EL IMBÉCIL Y EL ÁRBOL

+CONTRACOLUMNA de José Saramago

Zona Centro

José Saramago - 2020-01-29

“¿Qué derecho tiene un señor o señora de creer que por escribir una columna tenemos que creer que es verdad lo que dice?”.

Primer Acto: Anuncia el Gobierno Municipal el derribo de dos árboles “muertos” en el parque Juárez. Se trata de un Ficus y una Jacaranda que, a decir de los expertos, representan un riesgo para quienes por ahí pasan o trabajan. Del segundo, por ejemplo, ya cayeron algunas ramas que dañaron el techo de un puesto de esquites y los boleros y comerciantes cuentan que un joven salió lastimado. No mucho, se entiende, porque dicen que se fue corriendo...

Segundo Acto: Ni bien salió la información, la tarde de este martes, un sujeto de mediana edad, gorrita café y bolsa naranja (de ésas de un solo uso, por si se dice ecologista) coloca una cartulina sobre el tronco del Ficus. “NO ME CORTEN Soy emblema de la ciudad”. ¡Milagro! Ahora el árbol ya no es analfabeta.

Nada más falso. Para comenzar, los Ficus son una especie de las llamadas exóticas. Es decir, no son propias de la región y por lo tanto son más susceptibles a las plagas. Luego, como se dijo, tiene 10 por ciento de vitalidad, y de ello dan cuenta su escaso follaje de tono amarillento, así como su evidente descortezamiento y el aserrín observado en su base, producto de la presencia de insectos barrenadores (vulgo, polillas y termitas).

Su estado se puede comparar con otro árbol de su especie, de abundante fronda, que sigue creciendo frente a la biblioteca Carlos Fuentes. Porque el ejemplar en cuestión luce sólo unas cuantas hojitas verdes. “Está vivo”, reclamaría el imbécil, falto de inteligencia.

La cuestión es que su estructura, de unos nueve metros de alto y más de 60 centímetros de diámetro pesaría cerca de dos toneladas, que podrían caer sobre algún o algunos vehículos de los que transitan por Enríquez, o literalmente sobre algún cristiano, de esos que acuden a la Catedral. Si esto sucediera, ¿nuestro querido imbécil repararía los daños?

Tercer Acto: Imagine lo que representa diez por ciento de vitalidad. Que del cuerpo de una persona sólo quedara “viva” esa proporción. Imagine un pedazo de pierna que arrastra un pie por la banqueta del parque Juárez. ¿Aparecería el imbécil para reclamar que nadie toque la extremidad rebelde, porque está viva?

El asunto es que no se puede quedar bien con Dios y con el Diablo. Si los árboles se retiran, por seguridad y lógica simple, para evitar una desgracia, ¡están deforestando la ciudad! Y si no lo hacen, cuando el accidente ocurra, ¡es culpa de las autoridades negligentes! Como dice el dicho: “Existen 54 variedades de chile, y ninguno les embona”.


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