JORNADA HUASTECA: Profesora habla de su encuentro con el único presidente municipal huasteco
El único presidente municipal que ha sido huasteco o Tének, en Tantoyuca y quizá en toda la zona norte de Veracruz en el año 1946, es motivo de esta entrevista. La profesora Norberta Adalmira Díaz Azuara, quien conoció al ex alcalde, de nombre Martín Hernández Guadalupe, aporta con su testimonio algunas pistas que conlleven a la biografía, aún no elaborada del huasteco, en su momento, el político indígena más importante de Xilozúchitl y de todo el país.
Zona Norte
Livia Díaz - 2011-12-16
El único presidente municipal que ha sido huasteco o Tének, en Tantoyuca y quizá en toda la zona norte de Veracruz en el año 1946, es motivo de esta entrevista. La profesora Norberta Adalmira Díaz Azuara, quien conoció al ex alcalde, de nombre Martín Hernández Guadalupe, aporta con su testimonio algunas pistas que conlleven a la biografía, aún no elaborada del huasteco, en su momento, el político indígena más importante de Xilozúchitl y de todo el país.
De acuerdo a lo que escribió sobre el edil en la “Breve historia de Tantoyuca” el cronista de la ciudad, profesor Héctor González Ostos, el señor Hernández Guadalupe ocupó varios cargos en su pueblo Tének, siendo el jefe político en Xilozúchitl en donde fue “consejero mayor y defensor de los intereses de la clase indígena, lo que lo llevó en varias ocasiones a ocupar cargos de elección popular” y en el 46 al de alcalde.
Según lo relatado por la maestra Díaz Azuara, se puede interpretar que siendo una moza de 18 años llegó al pueblo huasteco en un caballo, quien era una estudiante normalista, recién egresada de la escuela “Matías S. Canales” en Tampico, y que, como otros de su generación tenía entre sus indicaciones la de observar, durante tres años, al profesor en el aula, y esto se realizaba antes de atender por sí misma a un grupo para “aprender así de los grandes maestros”, que era lo común ese año, 1969.
Además de ser de “castilla” la muchacha era rubia, y aparte de su aprendizaje tuvo que realizar una investigación histórica de la localidad, en lo que fracasó pronto, pero la salvó de desistir de lo mismo Hernández Guadalupe. Porque nadie le dijo lo que ella quería saber y el tiempo pasó y no conoció la historia del pueblo indígena. El día que desistió y que le notificó a Martín su decisión irrevocable de irse para siempre y abandonar su carrera incipiente, se le dio a conocer que las diferencias de raza entre ella y la gente del pueblo motivaban la clausura, pero que en lo sucesivo le serían reveladas “por todos los nietos de Martín Hernández Guadalupe, las cosas que quisiera saber”.
Xilozúchitl, es un pueblo alejado de la cabecera municipal de Tantoyuca y en el que no había más caminos que los abiertos, en aquel entonces por las camionetas de PEMEX que realizaban allí exploración de pozos, que a la fecha siguen perforados y tapados como reservas. Así que la condición la obligó a vivir en la comunidad en la que permaneció 8 años, asistiendo a impartir clases a los niños y niñas de la escuela “El niño campesino”.
Pero los alumnos de la escuela, a pesar de ser del pueblo indígena ya hablaban castilla, porque Hernández Guadalupe años atrás gestionó la apertura de un centro de educación preescolar en ese lugar, siendo el primero en toda la región. En ese lugar, que ahora sería llamado un kínder, los menores fueron aprendiendo la lengua de los mestizos y además fueron introducidos a la escritura, la que desarrollaron luego en la escuela, en las aulas en donde enseñaba la profesora Norberta.
De aquéllos años la más vívida experiencia expresada por la mentora es la de recibir el primer vaso de la molienda de caña en el trapiche, “la mejor fruta, el pan, la calabaza, el pascal”, incluso la primera prueba de la cosecha.
Hernández Guadalupe, llamado en esa época por casi todos “Abuelo” o “Don Martín”, dijo que lo mejor era para los maestros y así lo hicieron todos los de su pueblo. Dando ese ejemplo, los profesores vivieron de primera mano la experiencia del trato del pueblo Tének en su entorno. En su testimonio sobre lo mismo, la entrevistada dijo que escuchó decir a los padres y madres de familia, después que el de la voz recapitulaba o consideraba las propuestas y lo expuesto en actos o reuniones algo como “Como Don Martín dijo…” y “así se hacía.”
Pero no encontró las palabras para definir si aquél fue un jerarca, un patriarca, un visionario, un misionero, o una combinación de todo eso.
La maestra se encontró con un huasteco, como los hay el día de hoy, quien vestía calzón, camisa de manta y huaraches, como los que caminan por las veredas de todo el municipio, pero que antes de acercarse al centro de la ciudad se cambiaba de ropa, poniéndose unos choclos, un pantalón de casimir y una camisa blanca. El indígena dejaba en los linderos de la cabecera municipal su atuendo y subía al cerro en el que se encuentra el ayuntamiento a realizar las gestiones o el trabajo, en su caso.
Del periodo que fue alcalde, que fue muy breve, solo hay una fotografía, que la mentora, siendo regidora, mandó a poner en la sala de ex presidentes del ayuntamiento.
En la memoria colectiva de Tantoyuca, no hay versiones ni cuentos sobre el huasteco que fue presidente, no hay una estatua o monografía dedicada a Xilozúchitl en las bibliotecas y la historia oral no tiene publicados registros sobre este personaje. Sus nietos, que según lo relatado por la entrevistada son muchos o son todos, puesto que el ser abuelo, no parecía ser solo algo de parentela, sino de autoridad, han sido convocados por la profesora a retomar el ejemplo de Martín, quien defendió los intereses de su pueblo y apoyaba a todos.
A su decir, vio al huasteco participar en las faenas, en las cosechas y en otros trabajos, incluso cuando lo conoció, época en la que ya se encontraba entrando en la edad extensa.
“Su opinión era tomada para una boda, para una decisión importante de la familia y del pueblo”, y además era tomado como literal, lo que dijera este consejero bilingüe, quien tenía por costumbre leer Life y Selecciones, revistas a las que estaba suscrito.