En la costa norte de Japón el sufrimiento parece no tener fin

Al menos 1,6 millones de hogares continúan sin agua corriente después de la catástrofe natural en Japón, informó hoy el canal televisivo NHK citando a fuentes del Ministerio de Sanidad

Internacionales

- 2011-03-16

La situación que están atravesando miles de personas en áreas de la costa norte de Japón es casi inimaginable. Quienes perdieron sus hogares se encuentran hacinados en colegios y gimnasios. Están agotados. Carecen de electricidad, agua o comida.

Tienen que esperar durante horas en colas interminables para conseguir un poco de agua o gasolina. Buscan además desesperados a sus familiares desaparecidos mientras tratan de entrar en calor en medio de un intenso frío. Para colmo en algunas zonas ha comenzado a nevar, y encima existe riesgo de contaminación radioactiva, informó DPA.

Sin embargo, éste último no es de momento el problema más acuciante para las personas junto a las costas de Miyagi e Iwate. "Las personas sencillamente no tienen ni tiempo ni fuerzas para seguir permanentemente las noticias. Están demasiado ocupadas con mantenerse calientes, tener alimento suficiente y estar seguros", relata el corresponsal de dpa Lars Nicolaysen por teléfono. "La prioridad es ahora mismo la supervivencia diaria".

Para ello, las personas a veces dependen casi del todo de sí mismas. Miles de soldados japoneses trabajan por limpiar las calles de escombros y desechos. "Son muy eficientes, están retirando un montón de cascotes", asegura el fotógrafo Piotr Onak, de 27 años. Sin embargo, es difícil transportar a la zona alimentos y agua sin gasolina. Además, en muchas localidades las estanterías de los supermercados están vacías.

Al menos 1,6 millones de hogares continúan sin agua corriente después de la catástrofe natural en Japón, informó hoy el canal televisivo NHK citando a fuentes del Ministerio de Sanidad. Otras 440.000 personas como mínimo están viviendo en 2.400 centros de acogida de emergencia. Ni siquiera pueden contactar con sus familias y amigos en el sur del país, porque también las redes de comunicación no están operativas en muchas áreas.

A ello se suma que muchos cooperantes internacionales han abandonado el país al poco de llegar por temor a la radiación nuclear.

Las personas soportan su situación desesperada con una disciplina admirable. Pacientemente hacen cola cuando un camión cisterna reparte agua potable. O cuando pueden conseguir algo de gasolina o gasóleo en las gasolineras. "No se quejan, no lloran, aceptan todo con dignidad", dijo el fotógrafo Onak.

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