La insólita y bicentenaria fortuna de Omar Yunes, hijo de Miguel Ángel Yunes Linares
+ Omar Yunes Márquez, un enjundioso empresario treintañero, empezó a armar su fortuna años antes, cuando su padre se hallaba en uno de los picos de su carrera política.
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IGNACIO RODRÍGUEZ REYNA / REVISTA EMEEQUIS - 2016-05-23
Cada mexicano disfrutó a su manera los festejos de 2010, el año del bicentenario. Omar Yunes Márquez, un enjundioso empresario treintañero, lo hizo con una admirable pasión por los buenos negocios:
En 2010 compró cinco empresas en Oviedo, Asturias; adquirió mediante firmas de papel un par de condominios de lujo en Manhattan con valor de 4 millones y medio de dólares; se hizo de una casona en Polanco por 4 millones 496 mil pesos; registró la empresa Planta de Ideas SA y estableció Yandai SA, la razón social que en los años posteriores haría suya por 80 millones de pesos una docena de franquicias del restaurante Sushi Itto.
Y aunque para su padre Miguel Ángel Yunes Linares, ahora candidato de la coalición PAN-PRD a la gubernatura de Veracruz, su hijo es todavía un pequeño empresario que ha forjado su patrimonio gracias a los restaurantes que comenzaron a operar en 2010, lo cierto es que Omar empezó a armar su fortuna años antes, cuando su padre se hallaba en uno de los picos de su carrera política.
Por ejemplo, en 2007, cuando tenía sólo 29 años de edad, Omar había adquirido un condominio en Polanco con valor de 5 millones de pesos. En 2009 había hecho lo mismo con una casona, también en Polanco, por 4 millones y medio.
Diez millones de pesos. Esa era la plataforma. El despegue llegaría con 2010, el año del bicentenario. Un gran año para Omar.
Luego se pondría mejor.
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Enrique Norten y su equipo pensaron una y otra vez cómo hacer para que ese edificio de líneas puras, estilizadas, pudiera destacar en medio de la selva arquitectónica del centro de Manhattan. Apostaron por un largo recorrido blanco de 48 pisos, cuyos interiores tendrían que dar cabida a los huéspedes de un exclusivo hotel y a los acaudalados compradores de los condominios que estarían dispuestos a pagar entre dos y 11 millones de dólares por uno de ellos.
Eran los primeros meses de 2008 y el afamado arquitecto mexicano, que ha logrado colocar a su estudio como uno de los favoritos de Nueva York, elegía acabados: mármol travertino, placas de Pietra Bedonia, paredes de glacier glasses para filtrar la luz que inunda el baño, lo más escogido de Miele, Lieber & Wolf para la cocina.
De ese esmero en los detalles interiores, cuya apuesta de diseño es dejar un toque de exclusividad sin caer en la ostentación, se beneficiaría dos años después un joven y “pequeñísimo” empresario restaurantero que estaba dispuesto a comprar no sólo uno, sino dos condominios:
Omar Yunes Márquez, el veracruzano de 32 años, eligió los que ocupan todo el piso 32: el 32A y el 32B. Adquirió dos condominios con la idea de aprovechar al máximo el espacio.
De hecho, esa era la idea de Norten y de Solly Assa, el propietario del conjunto conocido como Cassa, Residences and Hotel, quienes explicaron al New York Times lo que tenían en mente.
La inclinación de los compradores por combinar o dividir los espacios condujo la estrategia de diseño de Norten. “La gente va a empezar a combinar o dividir apartamentos, creando una condición aleatoria dentro del edificio”, explicó el arquitecto mexicano al diario.
Aún más, aventuró Norten al reportero de The New York Times, pudimos predecir las formas más lógicas en que la gente actuaría para unir ciertos departamentos.
Ese y otros conceptos arquitectónicos contribuyeron a que la demanda por esos condominios fuera elevada. En julio de 2009, ya se habían vendido 20 de un total de 57 condominios. Y el ritmo se intensificaba conforme la fama del edificio se extendía.
Omar Yunes debió pagar pronto porque los espacios volaban. Así que saldó dos facturas: una por 2 millones 307 mil dólares y otra por 2 millones 276 mil dólares.
Desembolsó en septiembre de 2010 un total de 4 millones 583 mil dólares, unos 80 millones de pesos a la paridad actual.
Ya procedería, meses después, a registrar un número telefónico de su nuevo domicilio neoyorquino: 70 West 45th Street, en pleno Manhattan.
La ubicación de los condominios, con una extensión aproximada de 300 metros cuadrados, es única: a unos pasos de Times Square y de “toda la indulgencia que Nueva York puede brindar”, ese conjunto de hotel y residencias se promociona como “un moderno santuario lejos del bullicio y del ruido de la ciudad”.
Cuando los Yunes o sus invitados llegan a Nueva York se encuentran en el epicentro de Manhattan: a unas cuadras tienen el Rockefeller Center, pueden optar por visitar las exposiciones del Metropolitan, disfrutar de cualquier obra en Broadway, deambular y relajarse en el Central Park o ir de compras a las sofisticadas boutiques de la Quinta Avenida.
Un lujo poseer esos condominios. Aunque Omar no cometería el error de registrarlos a su nombre o al de su padre, Miguel Ángel Yunes Linares, actual candidato de la coalición PAN-PRD a la gubernatura de Veracruz.
No. El registro público de la propiedad de Nueva York emitió los títulos a nombre de dos empresas fachada: Depth Capital y Depth Capital II, operación en la que intervino la firma de abogados Grant, Herrman, Schwartz & Klinger LLP, que fungió como agente legal.
La sede de Depth Capital y Depth Capital II, dos firmas de papel sin oficinas o empleados, no se encuentra en Nueva York, sino en Delaware.
La razón es simple: Delaware, el segundo estado más pequeño de Estados Unidos y uno de los menos poblados, es un paraíso fiscal corporativo. Crear una empresa o una corporación es muy sencillo: todos los cargos pueden ser ostentados por una persona que, a la vez, puede ser el único accionista, que no necesita ser ciudadano estadunidense ni residente.
Además, los impuestos para corporaciones sin presencia física en Delaware u operadas desde el extranjero pueden llegar a ser tan bajos como 175 dólares anuales.
Lo más importante: una empresa creada en Delaware, aun sin presencia física en el estado, puede operar de forma anónima a través del agente autorizado que creó la compañía. Bajo las leyes de Delaware, los nombres de los accionistas de las empresas no necesitan divulgarse.
Así que Omar Yunes eligió bien. Y buscó a un agente que le sirviera de intermediario para crear las dos empresas: Harvard Business Services Inc., un despacho que se vanagloria de lo fácil que le resulta crear empresas por internet.
Ubicada en la ciudad de Lewes, la firma, que representa legalmente a las dos compañías propietarias de los condominios neoyorquinos, se precia de haber constituido casi 149 mil 300 corporaciones desde 1981, a un ritmo de poco más de 9 mil 500 firmas de papel al año.
Por eso, cuando la conductora de Televisa Adela Micha le preguntó el 19 de abril pasado a Miguel Ángel Yunes Linares si tenía propiedades en Nueva York, le hizo la pregunta equivocada.
—¿Tienen o no varios departamentos en Nueva York? —interrogó a Yunes Linares la también conductora de la emisión radiofónica que se transmite por Grupo Imagen. —No hay un solo documento que diga que yo compré o que mi hijo compró una propiedad en Nueva York —respondió, tajantemente, el candidato a la gubernatura de Veracruz.
Micha debía haberle preguntado si él o su hijo Omar habían creado empresas en Delaware y si alguno de ellos dos era accionista de Depth Capital LLC y Depth Capital II LLC.
Pero eso había ocurrido en 2010, el año del bicentenario. Y Omar, el único de los tres Yunes Márquez que no siguió la carrera política como su padre, era un orgulloso y pujante propietario de dos condominios en Manhattan.
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El gobierno de Felipe Calderón Hinojosa tenía un gran dilema: cómo festejar el centenario de la Revolución y el bicentenario de la Independencia sin exaltar la figura de los próceres que pertenecían al panteón del PRI.
En realidad no lo resolvió: simplemente entregó la organización conceptual del festejo al historiador José Manuel Villapando y la organización de una buena parte de los eventos a Turissste, la agencia de viajes del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), cuyo director era Miguel Ángel Yunes Linares.
Yunes Linares fue designado por Felipe Calderón, quien honró el acuerdo con su aliada Elba Esther Gordillo Morales. La Maestra pidió ese cargo, entre otros, para uno de los suyos. Y Yunes Linares era todavía uno de ellos.
El de 2010 fue un gran año, pero a los protagonistas de esta historia la suerte les sonrió en realidad desde antes, desde el 1 de diciembre de 2006: Yunes Linares ocupó la dirección del organismo encargado de cuidar la salud de los trabajadores del Estado desde el primer día de gobierno de Felipe Calderón.
Y, sin chistar, tomó varias decisiones clave: una de ellas fue nombrar a Rossana del Carmen Ortega Rivas como directora de Turissste, puesto fundamental porque, contra toda lógica, a esa red de agencias turísticas se le encargó buena parte de la organización de los festejos bicentenarios.
Para el ISSSTE fue una mala decisión a la luz de lo que la Auditoría Superior de la Federación encontraría cuando revisó la Cuenta Pública 2009: operaciones inadecuadas, dispendio en el gasto, contrataciones irregulares, violación de la ley de adquisiciones, salarios exorbitantes, comprobantes fiscales con irregularidades, compras al margen de la ley, adjudicaciones directas y muchas más.
De los más de 516 millones de pesos que se le asignaron a Turissste, todos los subcontrató.
Información obtenida en respuesta a una solicitud de acceso a la información de emeequis reveló además que la agencia de turismo facturó cantidades exorbitantes por ceremonias y festejos.
Por ejemplo:
+ Cobró 124 millones de pesos por el espectáculo multimedia en Palacio Nacional en 2009.
+ 72.5 millones por los eventos de septiembre de 2009.
+ 76 millones por el desfile Niños por el Bicentenario, la verbena popular del 15 de septiembre y el acondicionamiento de los espacios para que la gente pudiera ver el desfile militar del 16 de septiembre de 2009.
+ 7 millones por la organización del concurso del anteproyecto para la construcción de la Estela del Bicentenario.
+ 40 millones por la ceremonia de encendido y el recorrido del Fuego del Bicentenario por el país en septiembre de 2009.
+ 76 millones por las representaciones con marionetas que participaron en los festejos del centenario de la Revolución.
+ 19 millones por el lanzamiento del programa de eventos conmemorativos del bicentenario.
+ 27 millones por la organización en abril de 2010 del festival Niños por el Bicentenario.
+ 28 millones de pesos por la instalación y mantenimiento de 34 relojes de cuenta regresiva.
“Al parecer en el ISSSTE son expertos relojeros, expertos abogados, expertos en luz y sonido, expertos en organización de ceremonias protocolarias, expertos en representaciones teatrales”, ironizó poco después el entonces diputado Arturo Escudero, del Partido Verde.
Y explicó: “Lo que está a la vista de todos es la maquinación que hizo el gobierno federal, la SEP, el ISSSTE, el Turissste, la Secretaría de la Función Pública para evadir la Ley de Adquisiciones al crear este fideicomiso y contratar al Turissste para no licitar y que se pudiera adjudicar de manera directa, de manera discrecional”.
La auditoría confirmó que Turissste subcontrató los actos de la Presidencia y recibió una comisión de 10 por ciento de los prestadores de servicios, lo cual impactó en el costo que, a su vez, facturó a Los Pinos.
La investigación de la auditoría reveló algo más: la misma política se aplicó en el otorgamiento sin licitación de 102 contratos a empresas privadas para los festejos del Bicentenario, por lo que solicitó al órgano de control del ISSSTE que realizara una investigación para sancionar a los funcionarios responsables de las irregularidades.
Pero no había mucho que temer. Al frente de esa dependencia estaba una protegida de Yunes: Rossana del Carmen Ortega Rivas, a quien el entonces director del ISSSTE presentó como “licenciada en ciencias de la comunicación, con amplia trayectoria en el sector de la promoción publicitaria y turística”, sin dar más detalles de su currículum.
Omitió un dato fundamental: es hermana de Sandra Ortega Rivas, una estrecha colaboradora de Yunes desde que este fue secretario de Gobierno en Veracruz.
En realidad, Yunes Linares ha echado mano de ambas hermanas desde 1997. Cuando era secretario de Gobierno de Veracruz, conoció a Sandra, propietaria de Conceptos Publicitarios SA de CV, una empresa que ya manejaba la publicidad de la campaña Consume lo que Veracruz Produce y que se encargó de hacer la propaganda de muchos candidatos priistas a las alcaldías de Veracruz.
Yunes dejaría pronto las ligas menores de la política veracruzana para colocar un pie en el Palacio de Cobián, la sede de la Secretaría de Gobernación. Era abril de 1999 y el entonces secretario Diódoro Carrasco lo designó al frente de la Dirección de Prevención y Readaptación.
Esa fue la primera ocasión en que Miguel Ángel Yunes ocupó un despacho en las instalaciones de Bucareli. Pero no llegó solo: Sandra Ortega Rivas lo acompañaba y a ella la colocó como directora de área.
Yunes Linares duró en el cargo exactamente un año. Todo estaba bajo control. Lo sucedió uno de los hombres en quien más confía hasta la fecha: Enrique Pérez Rodríguez, su secretario particular, quien era encargado de supervisar la seguridad de los penales federales cuando El Chapo Guzmán se fugó por primera vez de una cárcel de máxima seguridad (Puente Grande) en 2001.
Abogado y maestro en derecho, Yunes escaló: a partir del 1 de mayo de 2000 fue designado coordinador de asesores de Diódoro Carrasco. Con él permaneció hasta el último día del fin de régimen priista.
La llegada del PAN a la Presidencia de la República no afectó demasiado sus planes. En marzo de 2002 el dirigente nacional priista Roberto Madrazo Pintado lo hizo coordinador de asuntos jurídicos del PRI. Nuevamente, se llevó consigo a una de las hermanas Ortega Rivas: a Rossana del Carmen le tocó ser su asesora en la estructura nacional del PRI.
El propio Madrazo impulsaría a Miguel Ángel para ser diputado federal en 2003. Más tardó en llegar a las instalaciones del Palacio de San Lázaro que en cumplir una tarea: desde el primer día (1 de septiembre) Sandra y Rossana fueron contratadas. Ambas como asesoras en la Cámara de Diputados.
Sandra no duraría demasiado en el ambiente legislativo. Se fue de avanzada al ISSSTE: en agosto de 2004 fue designada delegada regional en el DF. Ya habría oportunidad de reencontrarse.
Por su parte, Yunes marcaba su camino hacia las intentonas por ser gobernador de Veracruz: en enero de 2005 dejó de ser diputado para ser designado, esta vez por Vicente Fox, subsecretario de Seguridad Pública.
Tampoco esta vez llegó solo: Rossana Ortega Rivas fue ungida como directora de área en esa Secretaría el mismo día en que Miguel Ángel tomó su nueva encomienda.
Faltaba sólo un paso para que los tres se reencontraran de nuevo. La fecha fue el 1 de diciembre de 2006: Miguel Ángel tomó la dirección general del ISSSTE, Sandra se mantuvo como delegada regional del instituto y Rossana se hizo cargo de Turissste.
Un día para recordar.
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El del bicentenario, en efecto, fue un año de ensueño para Omar Yunes: como no había ocurrido en años anteriores, su fortuna creció a un ritmo sostenido.
En algún momento, Omar consideró que sería una buena idea constituir empresas en España. Contactó con Rufino Arce Foncueva, un abogado especializado en crear compañías en la ciudad de Oviedo y, luego, ya constituidas legalmente, venderlas a quien las necesitase.
Y ese alguien que las necesitaba era Omar Yunes Márquez. Así que el joven empresario mexicano apenas arrancó 2010 habló con el abogado español y acordó comprar cuatro empresas, todas ellas domiciliadas en esa ciudad asturiana:
Arce Foncueva había creado las cuatro empresas el 18 de enero de 2010. A todas las dio de alta con una misma dirección: calle Suárez de la Riva 2, piso 1 izquierda, en Oviedo.
Las firmas, según consta en los registros legales, se dedican a la construcción, edificación y ejecución de toda clase de obras, públicas o privadas, así como al suministro y venta de materiales, instalaciones en general y demás actividades que sean complementarias de la industria de la construcción.
De acuerdo con el registro empresarial de Asturias, el socio único de las cuatro empresas era Rufino Arce. A él se le sumaba José Luis Antuña como administrador único de las empresas.
El 17 de marzo de 2010 se produjo un cambio: Omar Yunes Márquez apareció como socio único de las cuatro empresas, según consta en la página 16254 del Boletín Oficial del Registro Mercantil de España, consultado este mes de mayo por emeequis.
Ese día Rufino Arce salió del escenario y Yunes, abogado graduado en el ITAM, tomó su lugar. Lo siguió acompañando, y lo hace hasta la fecha, José Luis Antuña como administrador único.
—La información recabada por emeequis muestra que usted ha participado en la constitución de cinco empresas que Omar Yunes Márquez ha formado en Oviedo. —No entiendo, no entiendo el motivo de que me llame, la verdad —responde, sorprendido, José Luis Antuña. Toma la llamada telefónica del reportero desde Oviedo.
—Pues es que usted está registrado como administrador único de las cinco empresas de las que el señor Omar Yunes es propietario. ¿Qué significa eso? —¿Qué significa? Ehh, uhh, bueno, son empresas que no tienen ninguna actividad ni movimiento ni nada.
—¿Cómo? ¿Cómo es que se formaron y no tienen actividad? —Lo que yo no sé es qué es lo piensan los propietarios de sociedades que se constituyen. Se han vendido y no sabemos qué, qué idea tienen de… para trabajar con ellas o no. Y éstas no han iniciado ningún tipo de actividad.
—Pero, ¿ustedes constituyen legalmente las empresas en España y las venden a ciertas personas y se desligan de eso? —Me ha nombrado a una persona que no soy consciente de que sea la propietaria de la sociedad, pero creo que sé por dónde intenta preguntarme. Y… luego, la gente tiene actividad o no; la tiene en esas sociedades. Ehhh, lo que ha pasado desde que decidió invertir, pues no lo sé. Y no me suena que esa persona en concreto (Omar Yunes) tenga sociedades, ¿eh?, que a mí me conste.
—En el Boletín Oficial del Registro Mercantil aparecen él y usted, por ejemplo, en la empresa Maximilian Investments Sociedad Limitada. A ver si de alguna manera le suena. Omar Yunes aparece como socio único y usted como administrador. —No me sonaba a que fuera el socio único, eh, igual ahora no puedo consultar los datos, pero no me sonaba su nombre. Soy consciente de que el que está autorizado para hacer operaciones con esa empresa soy yo, y no se ha hecho ninguna operación.
—¿Y por qué aparecen los dos nombres juntos? —Es que es así. Cuando se constituye una sociedad debe estar dirigida por una persona, que a mí me ha nombrado administrador en su momento Rufino, que fue la persona que la constituyó. Y, luego, si aparece Yunes como socio único de esta sociedad, no sabía que era Yunes, es que le ha comprado las participaciones.
—Si él compró la participación, ¿por qué usted sigue apareciendo como administrador? —Porque no me ha cambiado como administrador.
—Esas empresas siguen vigentes, según entiendo. —Han dejado de tener actividad. No, miento, ni siquiera iniciaron actividades.
—El domicilio de estas empresas coincide con el domicilio de otras 10 empresas. Todas están en el mismo lugar. Es la calle Suárez… —Suárez de la Riva.
—Exactamente. —Sí, es mi oficina
—¿Por qué todas siguen teniendo la misma dirección? —Pues (Yunes) ha comprado las participaciones de las empresas y no ha hecho nada con ellas. Supongo que tendría pensado iniciar algún tipo de actividad. Compró las participaciones, supongo, eh, ni idea, y no tuvo movimiento. Y en España el que puede hacer movimiento de esas sociedades, soy yo. O me quita del cargo y nombra a otra persona, pero no lo ha hecho.
—¿Y para qué se compran este tipo de empresas si no tendrán actividad? —No estoy en la cabeza de nadie. No lo sé.
—Entonces, su oficina crea estas empresas y luego vende la participación a quien quiera y pueda comprarla. —Mi objetivo es asesorar financieramente a empresas. En este caso, se ha iniciado el trámite. No ha llegado a buen puerto, pues tenemos que disolverlas. Nada más.
—¿Lo que ustedes hacen es parecido al esquema revelado por los Panamá Papers, el que fue operado por Mossack Fonseca? —Ah, ja ja ja ja ja.
—Es decir, constituir empresas, venderlas y permitir que se hagan operaciones de ese tipo, sin mayor registro. —No, no es así. Es gente que quiere comprar empresas, pues nosotros tenemos empresas constituidas para venderlas. Y no quiere hacer por su cuenta los trámites de su constitución.
—Ajá. —Ja, ja, ja, ja.
—¿Usted llegó a conocer o conoce al señor Omar Yunes? —Ehhh, físicamente no. Por teléfono, sí.
—¿Y tiene idea de por qué no ha hecho actividades? —No. Ya le digo. Yo no estoy en la cabeza de nadie.
No hay manera de entrar en la cabeza y saber por qué las compró y para qué usa Omar Yunes esas empresas. Tampoco hay manera de preguntarle. emeequis marcó en diversos días a las oficinas de una de las varias empresas registradas por Yunes en la Ciudad de México y le envió mensajes por redes sociales, que a la fecha no han tenido respuesta.
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Todo conduce al bicentenario. La compañía Yandai SA de CV se estableció también en 2010, buen año para los franquiciatarios de la cadena Sushi Itto, en especial para Omar Yunes.
Yunes Márquez aprendió a expandirse rápidamente: primero en Veracruz, luego en Puebla y más tarde en la Ciudad de México.
Hoy es considerado como uno de los mejores franquiciatarios de esa cadena y posee 13 restaurantes de Sushi Itto, todos agrupados en Yandai SA, empresa de su propiedad con dirección en el piso 15 de Paseo de la Reforma 300, Ciudad de México.
La vertiginosa consolidación en el sector restaurantero alcanzada por Yunes Márquez ha sido reconocida en el medio, sólo que ese mérito ensombrece las afirmaciones de su padre, quien para restar importancia a la aparición del nombre de Omar entre los Panama Papers, dijo que su hijo se dedica desde hace 19 años a la industria restaurantera.
Argumentó que justo esa actividad empresarial y la bonanza económica aparejada echaban por tierra las especulaciones sobre el origen de la fortuna de su hijo Omar.
Sólo que no tomó en cuenta dos elementos que debilitan su argumento: Yandai SA se creó en 2010, según quedó registrada en el sistema de información empresarial de la Secretaría de Economía. Hace seis, no 19 años.
Un aspecto más: cada franquicia de Sushi Itto requiere una inversión inicial de entre 320 mil y 380 mil dólares, según la empresa que es propietaria de la marca.
Así que para reunir esos 13 establecimientos, Omar Yunes ha tenido que gastar entre 4.1 y 4.9 millones de dólares (aproximadamente 88 millones de pesos) en un sexenio.
El ritmo de desembolso de dinero ha sido frenético.
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La coincidencia entre el paso de Miguel Ángel Yunes Linares por la dirección del ISSSTE, gestión marcada por las irregularidades detectadas por la Auditoría Superior de la Federación, y el boom de negocios de su hijo ha llamado la atención de analistas y conocedores de las aristas de corrupción que marcan la política en México.
María Marván Laborde sabe del tema de transparencia y ha conocida la parte oscura de la política mexicana. Fue comisionada presidente del hoy Instituto Nacional de Acceso a la Información (Inai) y consejera del Instituto Nacional Electoral (INE). Y no le parece lógico lo que ha pasado con Omar Yunes:
“Aquí hay una evolución patrimonial muy difícil de explicar, por más buen empresario que este muchacho sea. Sí es muy difícil de explicar ese tamaño de fortuna, ¿no? Sobre todo, si antes de 2010 no existía esa fortuna. Entonces, pues sí está difícil de explicarla, ¿no?”.
Presidenta del consejo rector de Transparencia Mexicana, María Marván es una de las impulsora de que la ley obligue a los funcionarios públicos a presentar lo que se conoce como 3de3: declaración de intereses, declaración patrimonial y declaración fiscal.
Por casos como éste, dice la doctora en Sociología, es muy importante la declaración patrimonial. “Obviamente, él va a decir que su hijo ya era independiente económicamente. Pero habría que ver la evolución patrimonial que debe hacerse ante la Secretaria de Función Pública. Miguel Ángel Yunes fue servidor público antes de haber estado en el ISSSTE, entonces habría que ver la evolución. Por eso la evolución patrimonial incluye al cónyuge, a los hijos”.
Marván recuerda las revelaciones de The New York Times sobre la adquisición de inmuebles de José Murat y su hijo, actual candidato a la gubernatura de Oaxaca, en Estados Unidos. Los hijos de políticos que hacen fortunas a corto plazo. “Tiene dos posibles orígenes, que en cada caso habría que comprobar. Uno: los padres están poniendo a nombre de los hijos parte de los bienes. Otro es el conflicto de intereses: los hijos se están beneficiando del puesto de los padres para poner estos negocios. No es algo nuevo en el sistema político mexicano. Los prestanombres más confiables acaban siendo tus hijos”.
El rápido crecimiento de la fortuna de Omar ha provocado también que su propia familia levante las cejas. Uno de sus familiares cercanos es Héctor Yunes Landa. No sólo es su primo hermano de Miguel Ángel Yunes, sino que es el candidato de una alianza encabezada por el PRI a la gubernatura de Veracruz. A él, a Héctor, le toca evitar que el hijo de su tío llegue al poder.
Y a eso hizo referencia hace unos días, el 9 de mayo pasado, luego de que se reunió con empresarios en el enclave político de sus parientes: Boca del Río:
“Yo no creo que sea Omar el responsable de esto. Yo conozco a mis tres sobrinos, son muchachos de bien, serios. Más bien, creo que es una salpicada que les da su papá, que es el que ha estado, desde luego, forjando esta gran riqueza injustificable, por cierto, pero que los termina lastimando a ellos”.
La salpicada se mostró, con más fuerza, en el año del bicentenario.
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El apetito por hacer negocios y comprar inmuebles no sólo se concentró en el extranjero. El 2 de marzo de 2010 Omar Yunes adquirió una propiedad más en Polanco, una zona de alta plusvalía, que combina las señoriales casonas de inspiración porfiriana con modernos desarrollos corporativos de alta gama.
En esa zona es donde Omar Yunes coloca la atención. Así que ese día cerró la transacción mediante la cual se convirtió en dueño de un amplísimo penthouse de 437 metros cuadrados, en el edificio marcado con el número 708 de la calle Cicerón, en la colonia Chapultepec Morales. El notario 102 atestiguó que Omar pagó 4 millones 496 mil pesos.
Pasaron varios meses antes de que se desatara una espiral de acumulación de nuevas propiedades en las que el hijo de Miguel Ángel Yunes hizo un uso a discreción de su chequera.
La vorágine a la hora de comprar tuvo un nuevo episodio que consta en los documentos oficiales del Registro Público de la Propiedad de la Ciudad de México consultados en mayo de este 2016 por emeequis:
1. El 14 de julio de 2011 adquirió una casona sobre un terreno de 600 metros cuadrados ubicado en la calle de Horacio 1110, en Polanco. Pagó 14 millones 950 mil pesos por el inmueble.
2. Dos meses después cubrió otros 10 millones 100 mil pesos para comprar también en Polanco la casa ubicada en Calderón de la Barca número 27. El folio con el que quedó registrada la transacción es el 1368748.
Pasaron dos años hasta que el furor de Omar Yunes por comprar propiedades en Polanco se desató de nueva cuenta en 2013. En diciembre de ese año vio pasar frente a él una oportunidad suculenta y se animó: compró cinco departamentos de lujo del edificio ubicado en Horacio 1119. Un buen deal, como él diría.
Tuvo que pagar 47 millones 200 mil pesos en total. Y de un solo golpe se convirtió en el flamante dueño de cinco condominios: mil 347 metros cuadrados en una de las zonas de más plusvalía del país.
Con esta operación cerraba una racha imponente de compra de inmuebles: en seis años (2007-2013) adquirió dos condominios, tres casonas, un terreno, tres penthouses, dos grandhouses.
Un pequeño emporio inmobiliario.
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Cuando la bomba de los Panama Papers estalló, apareció en México un nombre ya familiar a estas alturas de la historia: Omar Yunes.
De acuerdo con los correos electrónicos y documentos revelados, el hijo de Miguel Ángel Yunes se quedó a un tris de constituir a través de la firma panameña Mossack Fonseca un fideicomiso que le ayudaría, entre muchos posibles usos, a encubrir a los verdaderos propietarios de empresas de papel radicadas en paraísos fiscales.
El 3 de mayo de 2012, el propio Yunes escribió un correo al despacho mexicano que servía como intermediario para dar seguimiento a la formalización de la firma fantasma, de acuerdo con los archivos de Mossack Fonseca:
Hola, Giovani, cómo estás. Te buscaba para preguntarte si ya estará lista la documentación de la estructura legal que armamos con ustedes, ya que ahora sí la necesito. Copio a Jésica Torres (colaboradora de Yunes Márquez) en este correo para darle seguimiento y poder sacar este tema lo más pronto posible. ¿Me avisan si hace falta algo todavía? Saludos”.
Luego de un intercambio de mensajes, Bernardo Jaskille Begné, abogado que trabajaba en la firma mexicana, se comunicó con su par en Panamá para detallarle cómo se armaría el fideicomiso al que llamarían The Elysian Trust:
El fideicomiso será constituido con USD $100 y recibirá por parte de la fundación holandesa llamada Stichting Administratiekantoor Strechman un certificado de participación que te anexo. El nombre del fideicomiso será: The Elysian Trust. El settlor (fideicomitente) es el señor Omar Yunes Márquez de nacionalidad mexicana. El primer beneficiario será el mismo señor Yunes. El segundo beneficiario será la señora Ángela Ruiz Pérez del señor Yunes, igual de nacionalidad mexicana”.
Una vez que Yunes y su esposa enviaron copias de sus pasaportes, cartas de referencia bancaria y de un domicilio en la colonia Chapultepec Morales, todo estaba listo para proceder al registro del fideicomiso.
Pero Omar cambió de idea y ya no siguió con el trámite. Es imposible saber por qué canceló abruptamente sus intenciones.
Lo que sí podemos conocer es que buscó otras rutas. El Boletín Oficial Mercantil de España puede ayudar a aclararlo todo:
Un par de meses antes de que coqueteara con Mossack Fonseca, una mujer muy cercana a Omar Yunes apareció en los registros oficiales de otra empresa formada en Asturias: la bautizaron como Inversiones Monte Deva Sociedad Limitada.
A fines de enero de 2012 el registro mercantil español tomó nota de que esa sociedad cambió de estatutos y de objeto social. Dejó de tener por administrador único a José Luis Antuña, el mismo que aparece en las otras empresas cuyo propietario es Yunes, e incorporó a dos administradores mancomunados: Félix Fernández Sevilla y Liliana Peña Estudillo.
Peña Estudillo aparece también como representante legal de Omar Yunes en las operaciones de compra-venta de las casonas ubicadas en las calles de Platón y de Cicerón, de acuerdo con documentos del Registro Público de la Propiedad de la Ciudad de México.
Un dato fundamental para tener en cuenta. Cuando Peña Estudillo se incorporó como administradora a Inversiones Monte Deva también se modificó el objeto social de ésta. Ya no haría sólo actividades inmobiliarias: le estaría permitido gestionar y administrar fondos provenientes del extranjero, por ejemplo de México. Ese no es un detalle menor.
Peña Estudillo comparte la administración de Monte Deva con el abogado Félix Fernández Sevilla, que durante años trabajó en México y en España como parte de Garregue y Asociados, quizá la mayor firma europea de especialistas fiscalistas y tributarios.
Hoy vive en México, luego de que, según dice, llegó al país en 2007-2008. Se dedica a asesorar en temas fiscales a empresas mexicanas o extranjeras.
Fernández Sevilla aparece en dos sociedades. Por eso se le contacta vía telefónica.
—Usted aparece como administrador de una empresa constituida en Oviedo y de otra en Panamá. Se trata de las empresas Río Deva e Inversiones Monte Deva. ¿Qué tipo de empresas son y cómo funciona ese mecanismo? —En qué sentido. No sé a qué se refiere.
—Por ejemplo, Inversiones Monte Deva fue constituida en España y luego se les vendió a inversionistas mexicanos. Usted aparece como administrador mancomunado. —Es un tema del pasado. Y, bueno, no podría decirle nada de información. Es un tema de hace años. Y, ciertamente, no podría decirle nada porque no tengo la información. Y esa sociedad no tiene nada que ver con la otra. Sólo se parecen en nombre.
—Tienen nombre muy parecido: Inversiones Monte Deva, la creada en España, y Río Deva, la que está registrada en Panamá. —Sí, pero no tienen nada que ver. Ji, ji, ji. Ni los socios ni nada. No, no, no. Total y absolutamente independientes, sí le puedo decir. No tienen nada que ver.
—Entonces, la firma con la que trabajaba en España creaba las empresas y se las vendía a alguien que andaba buscando una compañía ya hecha. Según el registro mercantil de España, usted sigue apareciendo como administrador. —Sí, claro, pero son sociedades inactivas. Si tuviera alguna, lo recordaría. En ambos casos lo recordaría. No le puedo dar detalles porque no se han utilizado.
—¿Para qué se constituyen estas empresas que luego, según parece, no tienen actividad? —Bueno, pues, eh, es muy sencillo: en ocasiones se constituye una entidad pensando en la posibilidad de hacer alguna operación, pero nada, que no pasa nada. En ambos casos no han tenido actividad.
—Por ejemplo, en Inversiones Monte Deva aparece como administradora mancomunada una joven mexicana: Liliana Peña Estudillo. ¿Cuál es el papel de ella? —Sí, sí, a eso es a lo que me refiero. Si esas empresas tuviesen actividades, lo recordaría. Eh, no recuerdo qué hace esa persona.
—Es una chica mexicana que se llama Liliana Peña Estudillo. —No recuerdo. Lo que sí puedo decir es que ambas sociedades están inactivas —machaca de nuevo.
—En el caso de la empresa en Panamá aparecen algunas conexiones con el despacho de Mossak Fonseca. —No, no, no —se apresura a responder—. Ahí, sí no. En absoluto, en absoluto —se atropella con las palabras. Está nervioso.
—En Inversiones Monet Deva aparece Omar Yunes como socio. ¿Ha habido alguna actividad, usted lo conoce personalmente? ¿Cómo es la relación?
Antes de responder, este joven abogado repite el mantra: No han tenido actividad. Si la hubiesen tenido, yo estaría enterado. Se lo puedo decir con total seguridad.
—En su día eso se hizo pensando en que —se detiene y dice que está recordando—, pensando en que la esposa del señor Yunes es de familia española, y si algún día iban a vivir en España, pues tener algún tipo de plataforma.
Ok.
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Omar no ha hablado mucho desde que su nombre saltó en los Panama Papers. No ha querido explayarse o explicar su desenfrenado apetito inmobiliario, sus compras de mayoreo en zonas lujosas, su predilección por Nueva York, sus andares a la hora de crear empresas en Asturias.
Sólo ha negado que haya intentado comprar una propiedad de 55 millones de dólares en Nueva York y ha reconocido que hay proyectos en los que sí ha participado —de unos “veintitantos millones” de dólares.
“Me utilizan contra mi padre”, dijo en una entrevista transmitida por MVS Radio, pero, concluyó: “Yo no soy el hijo ratero”.
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Podrían utilizarse varias cuartillas más para hablar de las propiedades de Omar Yunes Márquez en Veracruz, en Boca del Río y otros lugares del país.
Podrían usarse hojas para detallar el proyecto en el que otra de sus empresas —Atma Real State Investment— ha sido una de las socias estratégicas en un proyecto monumental con valor de decenas de millones de dólares —280 departamentos en renta y 13 casas—, desarrollado en 2013 en una de las zonas más afluentes de Houston.