El barquito de papel sin rumbo ni marinero designado que hace dos meses se presentó como Frente Ciudadano por México comienza a navegar.
Hoy, en la sede del PAN, se formalizarán los acuerdos que ya recibieron el aval de la Comisión Permanente, donde este miércoles Gustavo Madero, Marco Antonio Adame y Fernando Rodríguez Doval expusieron el estatus de las negociaciones con el PRD y Movimiento Ciudadano (MC).
Se trata de la plataforma electoral y el programa de gobierno que habrá de registrarse ante el INE, y de los compromisos que cada partido tomaría a nivel estatal.
En ese reparto de candidaturas para gobernadores, alcaldías y espacios del Congreso, resulta estratégico el papel del PRD en la CDMX, donde esta semana quedó claro el rol protagónico que tienen en el Frente Miguel Mancera y la presidenta del partido, Alejandra Barrales.
Porque si bien existen indefiniciones de riesgo sobre la manera de designar a sus futuros abanderados, la iniciativa frentista es hija del pragmatismo entre sus tres dirigentes partidistas y el jefe del Gobierno capitalino.
Habrá que ver cómo evolucionan las aspiraciones de Mancera y Barrales por hacerse de las candidaturas presidencial y del gobierno de la CDMX. Y habrá que ver si transitan o no las aspiraciones no confesas del dirigente del PAN, Ricardo Anaya.
Porque antes de que termine 2017 se tendrá que definir el método que permitirá elegir al presidenciable del Frente y el dirigente de MC, Dante Delgado, será fiel en esa balanza.
Mientras se despeja esa incógnita, avanzan los acuerdos que ya tomaron Anaya, Barrales, Delgado y Mancera sobre la base de garantizar un reparto de posiciones.
En ese reparto se consideró que en la postulación presidencial el PAN tenía prioridad por su valor en el mercado electoral; que el intento por retener el gobierno de la CDMX sería comandado por el PRD y que en Jalisco el abanderado de Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro, iría solo.
Bajo esa partitura, el Frente Ciudadano por la CDMX quedó registrado este lunes, en un acto en el que Alejandra Barrales, vestida de azul, estuvo acompañada de los presidentes locales del PRD, Raúl Flores; PAN, Mauricio Tabe; y de MC, Octavio Rivero, y de uno de los principales operadores políticos del jefe de Gobierno, Héctor Serrano.
El evento del 13 de noviembre formalizó un bloque que actúa como tal en la Asamblea Legislativa (ALDF) ante el boicot parlamentario de Morena.
Sin embargo, como parte de la estrategia hacia 2018, ese bloque se fortaleció aún más cuando los diputados del PRD encontraron la coyuntura para remover de la presidencia a la legisladora de Morena, Flor Ivone Morales.
Con el respaldo del resto de las bancadas, los perredistas y Mancera dieron un golpe de timón al designar como presidente de la ALDF al diputado del PVEM Fernando Zárate.
El experredista y exdiputado federal asumió la encomienda con una disciplina inédita en la tarea de meter en cintura a los legisladores de Andrés Manuel López Obrador, quienes a la vuelta de 10 días de resistencia terminaron por pasar lista y convalidar así el cambio en la Mesa Directiva.
Zárate endureció la conducción de los trabajos parlamentarios con la advertencia de penalizar el ausentismo vía descuentos y el llamado a los suplentes.
Con demandas mutantes que van de la impugnación de obras a la consulta popular de la futura Ley de Reconstrucción, los diputados de AMLO quedaron exhibidos en las limitaciones de un activismo encasillado en plantones y tomas de tribuna que ni siquiera funcionaron en el conflicto poselectoral de 2006.
Se trata de una coyuntura que muestra el desgaste de los gobiernos delegacionales de Morena: Rigoberto Salgado en Tláhuac como sede del narcomenudeo; Avelino Méndez en Xochimilco con la peor reacción ante las consecuencias del sismo del 19-S; Claudia Sheinbaum en Tlalpan con la desgracia del Colegio Rébsamen, y Ricardo Monreal, en Cuauhtémoc, con sus inconformidades por la forma en que perdió la candidatura al gobierno capitalino.
En el pleito de la ALDF, los perredistas y sus aliados ventilaron el tutelaje que Andrés López Beltrán tiene sobre la bancada morenista, y el jefe de Gobierno se subió al ring para pedirle a AMLO que ponga orden entre sus diputados.
Es la antesala de la guerra electoral en la CDMX y el apuntalamiento de un frente antiMorena al que podrían sumarse PVEM, Nueva Alianza, PES y Partido Humanista.
Con estos ánimos de que no todo está perdido, el PRD concretará este fin de semana la ruta del relevo de Alejandra Barrales y el visto bueno a la coalición federal con PAN y MC.
Ésa es la apuesta de Mancera, cuyas aspiraciones electorales pasan por la posibilidad de hacer crecer la idea de que AMLO puede tropezarse en la Ciudad.
Porque el frente antiMorena que se prepara busca abrirle un boquete en la CDMX, donde Andrés Manuel ha depositado sus mayores esperanzas con la cifra mágica de tres millones de votos.
De manera que el barquito de papel sin rumbo ni marinero ya sueña con hacer naufragar en la Ciudad al que hasta hace poco se pensó como el Titanic lopezobradorista.