Pésimos ciudadanos

Atanasio Hernández

CONTRACOLUMNA

2021-01-21

La pandemia por el nuevo Coronavirus nos ha mostrado, de la manera más cruel, que somos pésimos ciudadanos, en todos los sentidos; pero más que nada, pésimos seres humanos. No tenemos conciencia de El Otro, ese que no soy yo: el compañero, el vecino, el transeúnte, el hermano, padres, madres, abuelas, abuelos. En resumen, la colectividad. Vamos como adolescentes, si no me enfermo, ¿para qué me cuido?; si enfermo a otros, no es mi problema. No hay conciencia al respecto.

Pensamos en nuestros problemas y desde esta postura exigimos: Que pavimenten nuestra calle porque nos enlodamos; que arreglen los baches porque nuestros autos caen en ellos; que nos pongan luz porque estamos a oscuras; que no haya tandeos porque se acumulan los trastes y la ropa sucia; que abran una escuela cerca porque las demás quedan muy lejos; que pasen a recoger la basura porque se nos acumula… y así, un sinfín de peticiones.

Ahora, desde esta postura es que calificamos a los gobiernos, porque durante décadas los ciudadanos hemos sido malcriados, maleducados. ¿Cómo? Nos enseñaron que la pavimentación y bacheo de calles y avenidas es el plus ultra de la acción gubernamental y si las administraciones no pavimentan o bachean son malas administraciones. Si la acción de gobierno no se ve frente a nuestra calle, si no nos beneficia personal y directamente, no vale, no existe.

Entonces, si un gobierno se enfoca en las necesidades colectivas de sus ciudadanos, ¿es un mal gobierno? Pongamos de ejemplo el de Xalapa.

La basura es un tema que nos concierne a todas y todos, pero del que nadie se hace responsable. Uno la embolsa, la tira y se convierte en el problema de alguien más. Pero esa basura llega a ríos que contaminan los afluentes y merman la cantidad de agua que recibimos; contaminan la tierra y a los alimentos que consumimos a diario; terminan en tiraderos a cielo abierto o saturan rellenos sanitarios que a su vez generan más contaminación porque regularmente están mal administrados.

El Gobierno de Xalapa decidió enfocarse en esta problemática, que insisto, nos concierne a todos, e invirtió decenas de millones para transitar, en los hechos y no en el discurso, a una ciudad más verde, más sustentable, que no contamine tanto.

No tocaremos aquí el tema del relleno sanitario que está en camino de convertirse en un EcoParque, sino en una pequeña acción que pasa desapercibida, pero pone a Xalapa como ejemplo nacional de sustentabilidad, el llamado Centro Municipal de Compostaje, el cual no existía antes y se encuentra atrás de la Central de Abasto.

¿Qué hace? Bueno, esencialmente, es el núcleo de un círculo virtuoso de la agricultura de Xalapa, pues los desechos orgánicos que antes se depositaban en el relleno sanitario de Tronconal y eran desperdiciados, se transforman en composta, en abono con el que se produce desde el limón persa, la calabaza y el pepino, hasta hortalizas y verduras que se comercializan en los mercados, es decir, regresan a la mesa para alimentar a la gente.

Todos los días recibe hasta 40 toneladas de materia orgánica que, dicho sea de paso, necesita ser separada para poder ser recibida, lo que implicó meses de educación ambiental y negociación con los locatarios de la misma central, pero también de todos los mercados y florerías de la ciudad para que separaran de manera correcta sus desechos vegetales.

La profesora de la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Veracruzana (UV), María Teresa Leal Ascencio, se sumó un grupo de profesores quienes vieron la necesidad de analizar e investigar lo que se hace en este lugar por su importancia y potencial en investigación.

Se construyeron dos plataformas de concreto para los procesos de fermentación y maduración de los residuos orgánicos, de 12 metros de ancho por 40 de largo, allí se depositan la materia vegetal y lo que escurre, los llamados lixiviados, y pasa a unos canales de recuperación que terminan en unos tinacos bajo tierra.

Así, estudiantes de la Facultad de Ingeniería Ambiental se sumaron al análisis de los lixiviados ya que requieren ser mineralizados para, además de inocuos, sirvan como fertilizante foliar, esto es, un abono potente.

La profesora e investigadora señala que el Centro de Compostaje era necesario en Xalapa, y aunque algunos municipios comenzaron este proceso, no se compara con lo que aquí se realiza, y bien dice que “40 toneladas diarias se dice fácil, y quizá en comparación con las 400 que produce la ciudad no parezca mucho, pero se ha resuelto una parte del problema”.

Estas toneladas de materia orgánica, que ya no van al relleno sanitario, se transforman en tierra fértil que termina en los parques, jardines y viveros municipales, así como en un abono orgánico que se ocupa en Xalapa y en municipios de la región para cultivos de limón, calabaza, pepino, chayote, ejote y maíz.

Entonces, se ha resuelto parte del problema que generamos todos y se transformó en una solución. Es decir, se actuó en beneficio de la comunidad, de la colectividad, y no en un puñado de personas. Eso hacen los buenos gobiernos.