Los cambios desde el poder

2012-10-24

Una generalización —que en este caso no es atrevida—, es que todo mundo está a la expectativa con el cambio de gobierno. Aún los incrédulos y los escépticos, aún los miembros y simpatizantes de otros partidos, están a la espera de cambios que desahoguen el clima tan tenso que impera en el país. Esto no es extraño para el mexicano, acostumbrado cada sexenio, como en un cuento de hadas, a esperar algún efecto benéfico para el México lindo y querido de cada quien (no el de los mexicanos y de los que viven en él).

Las resonancias que llegan de sucesos novedosos en algún lugar del planeta, las noticias impactantes que se anuncian —no importa la nación en que sucedan—, son para el mexicano esperanzas con las que aguarda, tronándose los dedos, la ilusión de que lleguen al país aires de cambios que limpien el ambiente y hagan más respirable, más transparente, su existencia.

Pero son sólo sueños. El ungido, quien quiera que sea, del partido que sea, tiene tiempo que perdió la varita mágica para encontrarse con un entresijo social compuesto de intereses monetarios e intereses de grupo, dispuestos a defender con vehemencia el espacio de influencia y poder que en los acomodos políticos han hecho suyos.

Los propios partidos son veletas al viento guiados por tales intereses. Por eso no tienen nada que ofrecer a sus seguidores, porque la vista y las estrategias de acción de sus dirigentes están fijas muy por encima de las cabezas de sus miembros y simpatizantes, en un horizonte cada vez más amplio y difícil de conservar e incrementar.

Sólo preguntas flotan en el ambiente. Porque las respuestas válidas, las soluciones reales, están olvidadas, perdidas entre los millones de neuronas de cada político, de cada autoridad, de cada dirigente, de cada ciudadano. No se preocupan por las preguntas porque es como cruzar la calle para volverse un espectador, una voz que nadie entiende o nadie quiere entender. Además, un gran sector de la población ni siquiera sabe plantearse las interrogantes, instados por las urgencias primarias de subsistencia.

En México, ser político asegura la preeminencia de él, su familia y allegados, sin la cultura social y colectiva de pensar en los demás. Pocos entienden que un México mejor es para el disfrute de todos, incluidos los políticos, porque casi nadie sabe qué es un México mejor. La corta visión sólo lleva a mirar el aquí y el ahora, sin previsión, sin futuro, como si el mundo se fuera a terminar mañana.

En el noticiero matutino de Pedro Ferriz de Con, del 28 de septiembre pasado, le oí decir que Raúl Salinas de Gortari nunca pudo superar su frustración por no haber sido el Presidente en lugar de su hermano Carlos. Cuando éste último tomó posesión como candidato a la Presidencia de la República, Pedro se encontraba platicando con Raúl, quien le confió:

—Mira las ironías de la vida, Pedro. Mi padre me dijo que yo algún día sería el Presidente de México; y hoy estoy aquí, como un simple testigo, presenciando la ceremonia de mi hermano que se postula como candidato.

—¿Y qué pasó entonces? —preguntó Pedro, con esa precisión y esa picardía que le caracterizan.

—No sé. Pero creo que ganó mi madre. Fue más precisa para hacerle creer a Carlos que él sería el Presidente de México.

¡Qué fácil fuera todo si creáramos expectativas y la gente las creyera! El ejemplo de Ferriz de Con me sirve para este propósito: Carlos se la creyó, Raúl no. Carlos hizo lo que debía hacer para realizar aquellas expectativas de vida; Raúl tal vez esperó a que algo sucediera, sin esforzarse en hacer lo que debía para realizar las expectativas de su padre. Actuó como el grueso del pueblo mexicano: “qué algo suceda, pero no seré yo el que lo haga”.

No es por menospreciar a nadie, pero no tenemos el espíritu inquieto para el cambio político, para la transformación social. Queremos que México sea primer mundista, un país culto y progresista, democrático, con oportunidades de vida y realización, pero no nos esforzamos por lograrlo. Esperamos que suceda el milagro o que otros hagan el esfuerzo por nosotros.

gilnieto2012@gmail.com