El CTE en el nuevo año escolar

2013-08-20

Cuando escribí en días pasados sobre el Consejo Técnico Escolar (CTE) expresé que con este curso se iniciaban las primeras actividades de la reforma educativa para los inspectores, directores y maestros de escuela. Hoy lo reafirmo basándome en la Iniciativa de Ley sobre el Servicio Profesional Docente entregada por el Presidente Peña Nieto al Congreso, pues en el artículo 14 establece que para alcanzar los propósitos de la Iniciativa, es necesario “I. Contar con un marco general de una educación de calidad y de normalidad mínima en el desarrollo del ciclo escolar y la escuela…”

Este fue el tema central que se propuso para los Consejos Técnicos, además de lo establecido en la fracción II del mismo artículo: “Definir los aspectos principales que abarcan las funciones de docencia, dirección y supervisión, respectivamente, incluyendo, en el caso de la función docente, la planeación, el dominio de los contenidos, el ambiente en el aula, las prácticas didácticas, la evaluación de los alumnos, el logro de aprendizajes de los alumnos, la colaboración en la escuela y el diálogo con los padres de familia o tutores;…”.

La SEP propone varias actividades a las que llama “un nuevo enfoque para la educación básica” en el cual el Consejo Técnico Escolar se propone como generador de acuerdos y estrategias para crear una ruta de mejora desde y para la escuela, y convertirlo en un órgano colegiado que analice la problemática particular de cada plantel y participe en la toma de decisiones. Por eso el calendario escolar incluye el último viernes de cada mes como un espacio obligado para la mejora de la escuela y el desarrollo profesional docente.

Serán días que deben aprovecharse para emprender acciones de reorganización e iniciar comunidades de aprendizaje. Si cada escuela aprovecha ese tiempo se estará capacitando para responder a la nueva Ley en caso de que ésta resulte aprobada por el Congreso. Los padres no tendrán nada qué decir, puesto que el calendario escolar se amplía ocho días hábiles para que se cumplan los 200 días de clase estipulados.

En la exposición de motivos del proyecto de Ley, al referirse al Capítulo II del Título Segundo, “introduce la mejora de la práctica profesional como un concepto esencial para el desarrollo continuo del magisterio y para fomentar la cultura de la evaluación”, en un proceso interno y permanente que compete al colectivo docente. La figura del ATP se verá fortalecida y sólo podrá ejercer esta función quien se sujete a una serie de evaluaciones y procesos de desarrollo de capacidades de asesoría y de generación de conocimientos.

Respecto a la formación continua que coadyuve al desarrollo profesional docente, el proyecto de ley propone algunos criterios y mecanismos para cumplir con esta finalidad de actualización, capacitación y superación profesional con el ofrecimiento de “programas y cursos para la formación continua y el avance cultural del personal en servicio. En el caso del personal docente y con funciones de dirección, los programas combinarán el Servicio de Asistencia Técnica en la escuela con cursos, investigaciones aplicadas y estudios de posgrado”.

Este enfoque fue la tendencia para iniciar el año escolar, al parecer muy sencillo, sin cosas nuevas o distintas a las que ya se han dicho. Aquí lo novedoso es el llamado a que el taller del CTE no sea un cursillo más como muchos que se han dado, si no un referente real –y una invitación también– para que se revise el estado de la escuela desde la función que cada quien desempeña y se propongan tareas individuales y colectivas para iniciar un cambio hacia la mejora propuesto desde los colectivos docentes, guiados por el director del plantel.

Los inspectores y directores, junto con el personal docente, tienen una oportunidad de ser ellos los que luchen por lograr la normalidad mínima en las zonas y escuelas, o cuando menos de darse cabal cuenta en dónde están las fallas principales, qué es lo que no se cumple y cómo podrían en verdad mejorar la vida escolar en su conjunto.

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