Mejorando diariamente el desempeño

El artículo 14 de la Ley General del Servicio Profesional Docente considera que, “para alcanzar los propósitos del Servicio Profesional Docente deben desarrollarse perfiles, parámetros e indicadores que sirvan de referente para la buena práctica profesional”. Entonces establece que es necesario “I. Contar con un marco general de una educación de calidad y de normalidad mínima en el desarrollo del ciclo escolar y la escuela…”

En el mismo sentido, en la fracción II continúa con “Definir los aspectos principales que abarcan las funciones de docencia, dirección y supervisión, respectivamente, incluyendo, en el caso de la función docente, la planeación, el dominio de los contenidos, el ambiente en el aula, las prácticas didácticas, la evaluación de los alumnos, el logro de aprendizajes de los alumnos, la colaboración en la escuela y el diálogo con los padres de familia o tutores;…”.

Estos elementos recogidos de la Ley, nos dan la pauta sobre el camino que seguirá la evaluación integral que establece el Servicio Profesional Docente, en la búsqueda de orientar la profesionalización de la docencia en educación básica y media superior. Esto obliga a sostener un cambio de actitud respecto a varias actividades propias del ámbito escolar.

Uno de los primeros aspectos a considerar es el autodidactismo. Darle un sentido al estudio y a la actualización permanente proveerá elementos suficientes para entender mejor el papel del docente y la posibilidad de descubrir, comprender y resolver los problemas al interior de los planteles. Al sistematizar nuestras actividades diarias, le damos otra dimensión al trabajo. Esto es ser profesionales.

La constancia, la perseverancia y el esfuerzo deben ser aliados, no enemigos. Un cambio de actitud significa un cambio de paradigmas, de enfoques sobre la vida, de ideas sobre lo que hacemos todos los días, con el propósito de romper rutinas. Las mentes se deben flexibilizar para sustituir hábitos que no ayudan a mejorar, por otros que impulsan a lograr lo que cada quien busca o necesita.

Los hábitos sólo pueden cambiarse cuando la persona lo decide verdaderamente, o cuando enfrenta una situación de riesgo. Por ejemplo, el hábito de ver la televisión contra el hábito de la lectura. El primero es cómodo y no representa ningún esfuerzo para el espectador, en cambio la lectura mueve todo el ser y requiere de concentración y uso de facultades intelectuales.

Cuando enfrentamos un evento que exige la lectura de temas, nuestro hábito de lo fácil (ver la tele) se contrapone contra el hábito de no asumir retos dentro de lo “difícil” (la lectura, la concentración y pensar, sobre todo). No consideramos la posibilidad de ver tal actividad como difícil simplemente porque no la practicamos, porque no dedicamos tiempo para fortalecerla. Este es otro paso camino a la profesionalización: apropiarnos de las herramientas para analizar nuestra materia de trabajo y crear hábitos que nos ayuden a crecer como personas.

El manejo del tiempo dentro de las actividades de trabajo y del tiempo libre en las horas de descanso, es una fuente inagotable de oportunidades para ser profesionales. Cumplir con lo básico como la asistencia y la puntualidad, planear la clase, buscar estrategias que apoyen los aprendizajes, resolver la dudas personales sin dejarlas para después, pueden ser actividades “pesadas” en un principio, pero el organismo y la mente se habitúan y las convierte en procesos cotidianos y fáciles que nos dan la seguridad en lo que hacemos y disminuyen el estrés.

Ser autocrítico es muy importante para detectar las deficiencias y las fortalezas en el trabajo. Pero el referente debe ser la propia persona y no otra: qué hago bien y en dónde tengo dificultades de desempeño. Claro que de los demás hay mucho qué aprender. Quien es capaz de aprender de la experiencia de otros, aplicando el aprendizaje a su propia experiencia, tiene gran parte del camino ganado. Para concluir estas notas, los errores, cuando se les reconoce, también son una oportunidad de aprender.

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