Los diversos constructivismos
En una reseña sencilla sobre el ensayo Los constructivismos y sus implicaciones para la educación, de Gerardo Hernández Rojas, publicado en la Revista Perfiles Educativos, V.30, N° 122, UNAM, México, 2008, analizaremos siete propuestas constructivistas y sus posibilidades educativas en relación con las perspectivas epistemológicas y ontológicas, con una individualización de las implicaciones y aportaciones educativas, estableciendo semejanzas y diferencias mientras que propone algunos criterios para su valoración.
Como lo muestra el autor, la formación de muchas generaciones del siglo pasado fueron concebidas bajo una visión empirista y asociacionista del conocimiento y el aprendizaje que llamamos teorías conductistas, abanderadas principalmente por B. F. Skinner. Este paradigma del aprendizaje, enfocado en los cambios de conducta del sujeto, fortaleció el enfoque educativo donde la enseñanza y el aprendizaje se consideran la integración de un proceso de transmisión–reproducción de contenidos conceptuales, donde el maestro es la figura principal del fenómeno educativo y el alumno un simple receptáculo.
Posteriormente, a raíz de la revisión crítica de Noam Chomsky del libro “Conducta verbal” (1957) de Skinner, los paradigmas de aprendizajes adquirieron nuevas trayectorias en el quehacer educativo, planteando novedosas formas de abordar las problemáticas, contenidos y prácticas educativas dándole forma al constructivismo, donde cada persona construye su perspectiva particular del mundo que le rodea a través de sus propias experiencias y esquemas mentales desarrollados, siendo abanderado principalmente por Jean Piaget a finales de los sesenta pero tomando fuerza hasta los últimos años de la década de los ochenta.
Dentro de los diversos constructivismos, la psicología y la educación, las posturas constructivistas están de acuerdo en su forma general, donde el sujeto cognoscente realiza importantes aportaciones al acto de conocer. Sin embargo, existen diferencias en cuanto a las explicaciones sobre quién es el que construye, qué y cómo es lo que se construye. Así mismo, delimitan un rechazo hacia la actitud de validar el conocimiento como mero reflejo de la realidad desaprobando la postura empirista, realista y conductista que cataloga al mejor conocimiento como la reproducción con mayor fidelidad.
En el constructivismo epistemológico el Dr. Hernández comenta que el ser humano deja de ser un recipiente pasivo adquiriendo el conocimiento como producto de la actividad cognitiva, experiencial y subjetiva del sujeto; el conocimiento es altamente dependiente del sujeto, de su actividad y del contexto en donde éste se genera. A diferencia del hacer en sentido de conducta observable como el conductismo, en el constructivismo se puede realizar una importante actividad constructiva aunque en apariencia se esté haciendo poco en el plano de la conducta, se puede efectuar la construcción del conocimiento aún cuando se realicen demasiadas actividades en conjunción con otras personas de manera presente o distante.
En ellas se plantea al sujeto cognoscente, en la problemática del acto de conocimiento (aprendizaje), como el constructor, reconstructor y coconstructor de una serie de interpretaciones que le ayudan a comprender la realidad, esbozando el cómo se genera y transforma el conocimiento por medio de la interacción entre sujeto y objeto del conocimiento, ya que esta comprensión no debe ser una reproducción de la realidad sino una construcción mediante la perspectiva subjetivista sobre la realidad descrita.
En cuanto al constructivismo psicogenético piagetiano, donde se pretende responder a la pregunta epistémica de ¿Cómo se construye el conocimiento científico?, todo el trabajo de Piaget desde los años veinte del siglo pasado hasta su muerte pretendió desarrollar una explicación científica a esta gran problemática, lo que dio lugar a sus conocidas teorías “de los estadios” y “de la equilibración”. Se muestra interesado en desarrollar una explicación del sujeto basada en conceptos biológicos y psicológicos sin descuidar la dimensión social, y sin duda su planteamiento, como una propuesta epistémica y no educativa, dio origen a un sinnúmero de implicaciones y experiencias de aplicación en el ámbito y prácticas educativas como ningún otro paradigma, y continúa abriendo nuevas posibilidades de estudio.
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