Las reformas de hoy debieron acompañar al TLCAN: Jaime Serra Puche

El exfuncionario sostiene que no se requiere tanto una revisión del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, sino una mejor coordinación de políticas públicas en los tres países que lo integran

Nacionales

Excelsior - 2015-04-20

Para Jaime José Serra Puche, uno de los principales problemas para México en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue la posposición política de reformas que debieron acompañarlo hace 20 años.

Serra Puche fue secretario de Comercio en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) y estuvo al frente de las negociaciones por el TLCAN y para él, esas reformas (la Energética, la de Telecomunicaciones, la Laboral, la Educativa) “se tardaron”.

Al mismo tiempo, sostiene que no se requiere tanto la revisión del TLCAN como una mejor y mayor coordinación de políticas públicas en los tres países que lo componen para actuar frente al resto del mundo.

Se necesita un mayor liderazgo para concretar lo que es ya la región norteamericana, señaló, al tiempo de advertir que México debe estar alerta ante la negociación estadunidense de un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.

De hecho se pronunció por una negociación conjunta, en la que participen Canadá y México, que ya tienen sus propios acuerdos.

“Hay un riesgo de contaminación”, advirtió, al precisar la importancia de negociar como región, aunque Estados Unidos no parece dispuesto a hacerlo.

Después de todo, señaló durante la conversación, sólo en términos de México y Estados Unidos el comercio era en los ochenta de cien millones de dólares por día y hoy es superior a los mil millones de dólares diarios.

En cuanto a la región del Pacífico, consideró que el Acuerdo Transpacífico (TPP) promovido por Estados Unidos empezó más como una política de contención a China que como un acuerdo de libre comercio con los demás países. México, sin embargo, no puede quedarse fuera para evitar que se cambien las reglas del TLC.

Serra Puche hizo sus señalamientos durante una amplia conversación para el programa Análisis Global, de ExcelsiorTV, a pocas semanas de presentar su ensayo El TLC y la formación de una región, publicado por el Fondo De Cultura Económica.

En ese marco, al hablar de las reformas que se concretan ahora, indicó que eran, y son, necesarias para impulsar la competitividad de la economía mexicana, dijo. Ésa es una de las explicaciones del desfase entre la apertura económica y el resto.

Paralelamente, anota el bajo contenido nacional de las exportaciones mexicanas: “Por cada dólar que México exporta el PIB crece 1.7 dólares, en Estados Unidos crece tres, en Brasil 3.5, y la razón es porque tienen un contenido nacional mayor”.

El efecto, según Serra Puche, es que “cada vez que se vende un producto de importación tiene efecto en una cadena: en Brasil es alto, en Estados Unidos es alto y en México es particularmente bajo”.

El TLC fue negociado para incrementar la competitividad de la economía mexicana y abrir la economía a la inversión extranjera directa. Esa parte “se cumplió”, dijo.

Pero México es todavía una economía de bajos salarios y eso, según Serra Puche, se debió a la falta de las reformas.

Siempre de acuerdo con el exsecretario, hoy consultor económico, parte del origen del problema está en las maquiladoras, creadas en los años 60 y 70, cuando los entonces fabricantes de partes para el mercado estadunidense no veían necesidad de adquirir componentes nacionales.

“La maquila generó una distorsión muy grande de asignación de recursos en la economía, que hizo que las exportaciones que comenzaron con la maquila tuvieran contenidos mexicanos muy pequeños porque no había un incentivo” y a cambio los había importarlos porque no se pagaba arancel”, recordó.

“Si la economía se hubiera abierto desde entonces —finales de los 60, principios de los 70, de manera general como lo hemos hecho en los últimos 20 años— no estaríamos viviendo un fenómeno de bajo contenido nacional como el que hoy tenemos. Me parece que se hubiera integrado más a la cultura empresarial la actividad de exportación”, opinó.

Pero al mismo tiempo aseguró que la creación de una región norteamericana “es inevitable”, aunque reconoció que falta un claro liderazgo.

“Las cosas están evolucionando, moviéndose en esa dirección, porque los agentes económicos están tomando sus decisiones, no porque los agentes políticos las tomen”, dijo.

“Ya se está conformando una región económica, con características muy interesantes, que tiene que empezar a buscar una agenda de relación como región frente al resto del mundo”, consideró.

El ejemplo sería la industria automotriz, que ha convertido a Norteamérica y particularmente a México en una plataforma de producción “extraordinariamente competitiva y muy dinámica”.

“Si hubiera un liderazgo más consciente de esta conformación, los efectos positivos de esta integración serían mayores”, añadió.

Para Serra Puche la mayor conciencia está en los grupos empresariales involucrados en el comercio exterior y la inversión en la región. “En la opinión pública americana yo no veo una conciencia clara sobre el tema, más bien al contrario”, dijo.

Por una mayor competitividad

México, Canadá y Estados Unidos firmaron el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el 17 de diciembre de 1992, entrando en vigor el 1 de enero de 1994.
A partir de la firma del TLCAN los tres países han trabajado conjuntamente para incrementar su competitividad y el bienestar de sus ciudadanos.
En 2012, el comercio trilateral ascendió a 1.56 mil millones de dólares, cifra récord, experimentando un crecimiento de 265% desde su entrada en vigor.
México es el segundo socio comercial de Estados Unidos.
Los objetivos del Tratado son, entre otros: eliminar obstáculos al comercio y facilitar la circulación trilateral de bienes y de servicios entre los territorios de las partes; promover condiciones de competencia leal en la zona de libre comercio; aumentar sustancialmente las oportunidades de inversión en los territorios de las partes; proteger y hacer valer, de manera adecuada y efectiva, los derechos de propiedad intelectual en territorio de cada una de las partes. Fue el primer acuerdo internacional sobre asuntos laborales ligado a un tratado internacional de libre comercio.

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