"Mi canto no tiene fin": Antonio García de León

+Antonio García de León cuenta que en los Altos de Chiapas, sin proponérselo, cambió de oficio.

Nacionales

REFORMA.COM - 2015-12-24

Antonio García de León cuenta que en los Altos de Chiapas, sin proponérselo, cambió de oficio. Ahí recibió el mandato de una pequeña comunidad tseltal de hacer "algo útil e ir a buscar los títulos primordiales concedidos por la Corona Española que acreditaban la legítima propiedad de sus tierras.

El lingüista egresado de la ENAH partió obediente a Guatemala, a cuya capitanía general había pertenecido Chiapas. Hurgó en el Archivo General de Centroamérica. Aquello era una "tierra de nadie historiográfica. Chiapas era para los guatemaltecos un territorio perdido, y para los mexicanos, un pedazo de Centroamérica anexado.

García de León regresó con los papeles y un nuevo oficio: historiador. Con el material escribió Resistencia y utopía. Memorial de agravios y crónica de revueltas y profecías acaecidas en la provincia de Chiapas durante los últimos 500 años de su historia (1985) y obtuvo su doctorado en la Sorbona de París.

Hoy no habría escrito un libro así, tan combativo y militante, confiesa el veracruzano. "Pero, si lo vuelvo a publicar, no le cambiaría una coma. Es una experiencia de vida que no quiero destruir.

Pero aquello era los años 70. El PRI podía decretar en San Juan Chamula: "Los chaparros no votan. Y como los chamulas no son altos, nadie votó para elegir al Presidente Municipal en 1974, pero ganó el candidato tricolor.

En su libro Fronteras interiores (2004) se propuso contar una historia desconocida: de 1958 a 2000, Chiapas se volvió un protectorado, con Gobernadores nombrados por el Presidente y conatos de elecciones que siempre ganaba el PRI. Hasta que, con el empuje de la sociedad tras el levantamiento zapatista, hubo en 2000, por primera vez, elecciones libres. Y Chiapas volvió a ser un Estado.

En ese libro criticaba al PRI, pero también a la izquierda. Sentó mal su postura frente al EZLN. Planteaba que tendía a desaparecer por no insertarse en la política nacional. "Mi pronóstico era leve porque lo que pasó después fue peor de lo que pensaba: el movimiento zapatista se convirtió en un pequeño movimiento aislado, desvinculado del resto de los movimientos sociales.





Se imaginaba una vida en el cubículo, investigando. Pero la vida, dice, arrastra a otras cosas. "Si no hubiera ocurrido el movimiento estudiantil, sería un científico puro. Pero el 68 nos lanzó a la realidad: había mucha miseria y violencia.

Ahora, compara, la violencia en el País es irracional. "Aquella era una violencia producto de la injusticia. La actual violencia es producto de la desigualdad y de la pérdida total de los referentes políticos, ideológicos y morales. Hay una crisis moral.

Pasar la vida encerrado en un cubículo no parecía la opción para un muchacho de Jáltipan, Veracruz, desbalagado y travieso, que a los 14 años ya andaba compitiendo en las jaranas. Los viejos lo retaban pero él se medía para no faltarles al respeto. Contestaba con mucho humor, suficiente para no dejar resentimientos.

"Andabas en un ambiente de una poesía popular, ágrafa. Un decimista popular en Veracruz puede ser analfabeta, pero maneja plantas poéticas inventadas en el siglo 16.

Como era jaranero y conocía a los músicos, se fue con Arturo Warman, cargando una grabadora de 20 kilos, a registrar sones jarochos, un trabajo que derivó en una colección de discos editada por el INAH: Sones de Veracruz (1969).

"Se formó un movimiento de músicos populares. Soltamos un virus que ahora es una pandemia que no sabes cómo parar. Si voy a Shanghái, seguro encuentro un grupo, dice García de León, que goza en Tlacotalpan de fama como jaranero.

Y mientras conversa frente a una limonada en un café de la Condesa después de comer con los demás galardonados en el Casino Español, García de León hace gala de su talento cebándose con su hermano, guitarrista, que lo acompañó a la premiación en Palacio Nacional: "Mi amor no tiene prisa, mi canto no tiene fin. Aquí lo que se precisa: ¿por qué eres como catrín, pero traes una camisa de forro de box spring?.





En Palacio Nacional, como orador, García de León quiso hablar de la desigualdad, de esa miseria que impide que millones de personas viviendo al día se lleven un pan a la boca, y de la esperanza que le representan los jóvenes.

"Yo estoy en el aula. Soy un maestro. Tampoco el futuro está perdido. Esos jóvenes son los que van a recuperar ahora los títulos primordiales.


TEMAS RELACIONADOS:

|