Gobierno de coalición: ¿qué significado tiene en el actual contexto político?
Antes de empezar este análisis político sobre el desplegado de 46 políticos, académicos y analistas, es indispensable hacer un recorrido teórico para situar la discusión pública actual sobre la gobernabilidad, porque si bien hemos construido las reglas de la democracia, no hemos hecho nada por la gobernabilidad de la democracia mexicana.
La discusión teórica sobre las formas de gobierno “puras”, recaen en: el presidencialismo y el parlamentarismo, al primero se elige de manera directa y es el Jefe de Estado y de Gobierno al mismo tiempo, designa y remueve a sus ministros o secretarios de despacho y no puede disolver al parlamento; en el segundo caso, se elige de manera indirecta y es precisamente el parlamento quien elige a un primer ministro que se hará cargo de la relación con el gabinete y el propio parlamento, quien funge como jefe de Gobierno, y el presidente o el Rey son los Jefes de Estado.
Actualmente, existen tres formas “impuras” para reformar al presidencialismo: el semipresidencialismo, el presidencialismo renovado y el gobierno de gabinete; el ejemplo típico del semipresidencialismo es el modelo francés, donde el Ejecutivo es bifurcal, ya que el presidente tiene ciertas competencias al igual que el primer ministro, cuya delimitación de sus competencias se encuentra en la Constitución, pero en la práctica política el poder político se ejerce de forma diferente en Francia, puesto que depende de los resultados electorales, porque en caso de que el presidente cuente con la mayoría parlamentaria, el sistema funciona de forma presidencial, y si el presidente tiene en el parlamento una mayoría en contra, el sistema funciona de manera parlamentaria, por eso inventaron la cohabitación política.
En el caso del presidencialismo renovado, éste presenta dos propuestas: a) la reestructuración de la función del parlamento al introducir las coaliciones electorales y de gobierno b) la reestructuración del Poder Ejecutivo, introduciendo la figura del primer ministro en apoyo al presidente, quien asume las funciones de Jefe de Gobierno.
Asimismo, el gobierno de gabinete, aquí al modernizar al presidencialismo se trata de adaptar algunas prácticas del parlamentarismo, como la ratificación del gabinete desde el parlamento y/o congreso, a esto le han llamado la parlamentarización del presidencialismo.
Bueno, regresando a la posición mexicana, el multicitado desplegado “Por una democracia constitucional” ha tenido diversas interpretaciones que van desde la más simple y burda de que se trata una posición antiPeña Nieto, hasta los escenarios de una probable alianza PAN-PRD para enfrentar al PRI el próximo año.
La parte a estudiar es el último párrafo que dice: “Sí ningún partido dispone de mayoría en la presidencia y en el congreso, se requiere una coalición de gobierno basado en un acuerdo programático explícito, responsable y controlable, cuya ejecución sea compartida por quienes lo suscriben”, por supuesto el arquitecto de este manifiesto fue Manuel Camacho Solís, éste apropiándose del presidencialismo renovado. Aquí, sólo hay que empezar a derrumbar esos miedos de una inalcanzable mayoría, si recuerdo lo que sucedió en diciembre de 2006, donde una fracción parlamentaria no dejaba tomar posesión al presidente Felipe Calderón, precisamente esa Legislatura, la LX, (2006-2009) logró reformas tales como: electoral, de Pemex, fiscal, entre las más importantes, si bien desde 1997 no se había hecho un ejercicio político para arribar a acuerdos y consensos entre los integrante del Congreso de la Unión, en ese difícil periodo si se lograron acuerdos.
Retomando la idea anterior, entonces es una falsa premisa la de una mayoría, eso es muy difícil que pase, inclusive el PRI no tiene asegurado su triunfo, la sociedad observará tal y como lo hizo hace 6 años a los candidatos autoritarios, a quienes no les votaron y seguramente eso sucederá, cuando vean a Peña Nieto hablar a favor de la cláusula de gobernabilidad, de su rechazo a las alianzas electorales, ahora menos a un gobierno de coalición, allí la telenovela política se caerá, y el problema no será un candidato sino que la sociedad salga a votar por esta clase política agotada con un alejamiento de la ciudadanía desde hace décadas.