Diputados hacen el vacío a comida de Duarte

Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

2016-09-29

¡Carajo! Quién sabe qué debió haber dolido más a Javier Duarte de Ochoa, si la suspensión en sus derechos como priista el lunes pasado o el desprecio que le hicieron ayer los diputados federales veracruzanos, priistas y verdes, quienes se negaron a comer con él.
Los legisladores, a quienes el cordobés por adopción benefició política y económicamente, no aceptaron sentarse a la mesa con él en la Casa Veracruz como fue habitual que lo hicieran mientras el tambaleante gobernante no caía en desgracia política.
¿Les dieron línea para que no asistieran o lo hicieron por iniciativa propia? Lo cierto es que todos tuvieron pretexto para decir que no. Según, el gobernante iba a comentar con ellos sobre las versiones de que se va del gobierno y a mostrar que todavía conservaba el respaldo del grupo legislativo federal.
¿Acaso no fueron porque por el momento ya prácticamente no es priista, es decir, porque por ahora es excompañero de ellos que sí gozan de sus derechos como tricolores? ¿Es que acaso ahora sí los acalambró la presencia por segunda vez en Xalapa, en Palacio de Gobierno, de ministeriales y policías federales de la PGR que recaban declaraciones de funcionarios y pruebas sobre dos averiguaciones por presuntos actos de corrupción relacionados con empresas fantasmas?
Duarte vive ahora y experimenta en forma descarnada lo que es la ingratitud. En tratándose de políticos, y más del PRI, era de esperarse que ello ocurriera porque su lealtad sólo es de falsa palabra que usan para sus demagógicos discursos o para cuando tienen que agacharse o arrastrarse ante el poderoso en busca de favores o beneficios.
Por eso la imagen de los políticos tradicionales del PRI, en especial, está ya totalmente desgastada y nadie cree en ellos y debido a eso muchos no quieren participar más como candidatos con el logo de la marca tricolor.
Pero se trata de políticos a la mexicana, a la veracruzana, hechos en la escuela de la mentira, de la simulación, de la demagogia, de la conveniencia, del sometimiento hasta la ignominia ante el hombre del poder… cuando tiene el poder, de la traición, de la deslealtad, de la deshonestidad.
Me equivoqué
El lunes 7 de diciembre, hace ya casi diez meses, publiqué una columna con el encabezado “Vía Veracruzana se alinea con Duarte”.
Reflejé lo que había ocurrido la tarde anterior, una tarde de domingo con un frío invernal que calaba hasta los huesos, muy típico de Xalapa, pero además porque el local era semiabierto, en la comida anual de la asociación política Vía Veracruzana (VV) en el Museo Interactivo.
Narré que el entonces líder moral de la asociación, su fundador, Felipe Amadeo Flores Espinosa prácticamente se había declarado un soldado del gobernador Javier Duarte de Ochoa, y con él incluyó a su agrupación.
Viejo político, que había ocupado casi todos los cargos salvo el de gobernador –exdiputado (local y federal), expresidente del Tribunal Contencioso Administrativo, expresidente del Congreso local, exProcurador General de Justicia del estado, exSecretario de Seguridad Pública (o su equivalente), exSecretario de Gobierno, exdirigente estatal del PRI hasta aquella fecha–, Amadeo habló de disciplina institucional y prudencia.
El político de Cotaxtla se regodeó mencionando la presencia de un asociado “distinguido” de Vía Veracruzana, Javier Duarte de Ochoa, a quien ratificó que iban a “honrar su palabra” y mantener “su compromiso político”, empeñado –recordó– hacía seis años durante su nominación y luego durante su campaña política.
Fue contundente en aquella fecha: “Hicimos compromiso con usted y sólo con usted y en esa línea de respeto, lealtad y confianza mutua le acompañaremos hasta el último día de su gestión de gobierno, con una actitud de responsabilidad política y congruencia, con la certeza de que somos sus amigos hoy y lo seremos siempre”.
Publiqué entonces: Y cuando se ha iniciado el último año de la actual administración y se está a meses de entregar el Gobierno, prácticamente le puso paloma a la gestión duartista: “Falta mucho por hacer y están pendientes por atender muchos rezagos, pero coincidimos con nuestro amigo el gobernador Javier Duarte de Ochoa en que tenemos un estado con rumbo y metas cumplidas, como fue expresado en su quinto informe de gobierno. Con ese reconocimiento nos sumamos a la convocatoria de pensar y actuar por Veracruz”.
Como le creí, como le di crédito a sus palabras, no dudé en reconocerlo:
“Aparte de la connotación política futurista que puedan tener sus palabras (entonces venía la designación del candidato del PRI a la gubernatura y el gallo de Javier Duarte en abierto era ya Alberto Silva Ramos), en tiempos de desbandadas, de deslealtades, de traiciones, de falta de principios y de valores políticos, el cumplimiento de su palabra y su congruencia hablan bien de él y lo honran como político serio y profesional”.
Y todavía me seguí de largo: “Con él, como dijera un paisano de la sierra, si se hace un trato o compromiso, bien se puede expresar: ‘Yo sé con quién lo palabro’. Hoy, cuando no tarda en que casi todo mundo le vuelva la espalda a Duarte y lo desconozca, Amadeo no titubea en reiterarle su amistad ‘hoy y siempre’”.
El martes pasado, Amadeo mismo me desmintió en la apreciación personal que tenía yo de él. Ese día, olvidándose de aquellas palabras, que las pronunció ante cientos de invitados de todo el estado miembros de su agrupación política, le dio la espalda a Duarte a nombre suyo y de todo el priismo veracruzano y apoyó al dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, con lo que avaló que le suspendieran sus derechos partidistas. Acepto que me equivoqué y lo reconozco públicamente.
Por eso me cuesta ya mucho trabajo creerle a los políticos, aunque creo que no sólo yo. Por eso tienen el rechazo social.
Con el caso Duarte el PRI y sus políticos están quedando al desnudo. Corruptos, malos administradores, desleales, incongruentes, mentirosos, y con esas cartas credenciales que nos presentan los tricolores un día sí y otro también no veo como van a convencer al electorado para poder ganar las elecciones municipales en 2017 y las federales y de gobernador y de Presidente en 2018.
¿Se echa para atrás la Comisión de Justicia Partidaria?
Como que se pandea. Según una nota de la agencia Notimex, la Comisión de Justicia Partidaria del PRI “puntualizó” que la suspensión de derechos aplicada al gobernador Javier Duarte de Ochoa y seis personas más es sólo una “medida cautelar”.
“La instancia partidista mencionó en un comunicado que la adopción de esas medidas cautelares garantiza el cumplimiento de la finalidad del procedimiento de investigación. Éste consiste en determinar la responsabilidad o no de los sujetos a los que se les imputa de llevar a cabo conductas infractoras para imponer la sanción correspondiente, sin que ello implique la lesión irreparable de algún otro derecho de las partes”.
La Comisión dijo que su decisión se justifica “por la afectación irreparable que sufre la imagen del Partido Revolucionario Institucional ante la constante difusión de información que vincula al PRI con el mandatario y los demás denunciados, sobre las conductas graves de que se les acusa”.
¿O sea, sí pero no? Ahora falta que el informe que ha anunciado el SAT que dará sobre Duarte este mismo fin de semana o a más tardar la próxima lo exonere. Cómo no va a mantener la risa el hombre.