El otro ejército

A propósito de la perdida memoria histórica Por Lenin Torres Antonio y Ángel Rafael Martínez Alarcón

2013-10-24


Recientemente en el Congreso Local de Veracruz en sesión solemne se realizó un homenaje al Ejercito Mexicano, y se develó una inscripción en letras de oro: “1913-2013 centenario del ejército mexicano, honor y lealtad por México”, en dicho reconocimiento estuvieron El Secretario General de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda. Este evento está enmarcado en una estrategia nacional de rendir un reconocimiento social y político a la labor del ejército mexicano en defensa de las instituciones y el estado de derecho de nuestro país.
En estos últimos 12 años el Ejército Mexicano ha salido de los cuarteles para cumplir una función de policía, esto tiene lecturas que incomodan a los poderes factico, puesto que puede implicar el desgaste y el cuestionamiento de la efectividad y viabilidad del Estado Mexicano, o bien, reflejar la ineficacia del Estado de poder garantizar seguridad y paz a sus ciudadanos, siendo esta función una de las principales de todo Estado Democrático.
Si bien es cierto que la labor en sí es encomiable y necesaria ante el escenario de violencia que vivimos los mexicanos, también es justo señalar alguna desmemoria grave que implica ese reconocimiento, por un lado, la sociedad civil se había acostumbrado a ver que sus labores en tiempo de paz, a lo sumo, se delimitaban al auxilio a la población civil en casos de desastres naturales con su famoso programa “Plan DNIII”, asimismo, nos preguntaríamos a que ejercito estamos reconociendo, porque la historia nos habla de dos Ejércitos en la vida del México independiente, uno el que nace de la alianza de Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero en febrero de 1821, conocido como el ejército Trigarante, integrado por soldados de la insurgencia y del bando realista, y el otro, el que funda Venustiano Carranza a las pocas horas del asesinato del presidente Madero en febrero de 1913. Este último, lo podríamos legítimamente nombrar el ejercito de las traiciones, que ha dado origen al ejercito actual, Carranza no de todo apoya a madero y con su asesinato vio la oportunidad de enarbolar sus propias interés de la lucha de los liberales del siglo XIX, tratando de emular a Juárez. En cambio, el ejército de la nueva nación mexicana tuvo que combatir primero con el primer imperio para derrotar a Agustín de Iturbide, así también, enfrentar al Ejército español que se había replegado en San Juan de Ulúa, para una posible reconquista del trono español, a este ejército es al que le debemos la posibilidad de existencia del México independiente. Tuvo que hacer frente también al ejército norteamericano en el caso de la independencia de Texas en 1836, tres años más tarde tiene que enfrentar al ejército francés en la famosa guerra de los pasteles.
Los norteamericanos invaden el país en 1846 para arrebatarnos la mitad del territorio nacional, culpando al Gral. Antonio López de Santana de vender dicho territorio, en este período se recuerda la gesta de los niños héroes del castillo de Chapultepec, para 1862, tuvo que enfrentar al ejército de Napoleón III que fue derrotado el 5 de mayo gracias a las estrategias militares de los generales Ignacio Zaragoza y Porfirio Díaz, acompañados por el ejército de los Zacapoaxtlas, así también este ejercito de soldados liberales van a dar lo mejor de su vida para combatir al Emperador Maximiliano de Hasburgo.
Con la Victoria del 2 de abril de 1867 el ejército nacional recupera el territorio que celosamente defendía el juarismo para instaurar la república, es el ejército la institución que va a garantizar la gobernabilidad de México desde 1876 cuando Porfirio Díaz asume el poder, iniciando la dictadura en la famosa paz porfiriana.
El ejército del siglo XIX es el que hereda Madero y lo custodia en la famosa marcha de la lealtad del 9 de febrero de 1913, mucho se ha culpado a Madero de su ingenuidad de no reestructurar al ejército mexicano al entregarlo al Gral. Victoriano Huerta, el mejor general que tuvo el Porfiriato y que traicionó la confianza que le depositó el Presidente Madero al aliarse con antiguos porfiristas y a los intereses de los Estados Unidos.
El ejército que se engendró, en un momento de caos, perdió los ideales que lo fundaron, y sirvió a los caciques que se hicieron dueño del país, y que lo fraccionó en cotos de poder al estilo feudal, tal cual señores de la guerra.
Por qué olvidar la herencia y los ideales, por qué subordinar al ejército a deberes que no le corresponden. El mejor reconocimiento es devolver al ejército a sus cuarteles, y sus labores que le asigna la Constitución Mexicana, y que el Estado recupere gobernabilidad y garantice seguridad y paz a los Mexicanos. Y en honor a la memoria histórica recuperar las dos tradiciones ideales de los ejércitos mexicanos, la del siglo XIX y la del siglo XX, y no sus deformaciones maniqueistas.




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