La veleidad y la insidia humanas

2013-01-07

En otro momento hablé de veleidades y mudanzas como fuente de problemas sociales, familiares, políticos y como un terrible lastre de la personalidad al ejercer cualquier forma de poder. Es tan común en nuestro medio social y político que se mira como una conducta normal y no como un defecto cuyas repercusiones suelen afectar la función pública y el entorno laboral y familiar.

Todas las cosas admirables logradas por el hombre tuvieron sus orígenes en el pensamiento y la acción. Filósofos, científicos, artistas, humanistas, estadistas, hombres y mujeres que han transcendido a lo largo de la historia, fue por lograr un pensamiento más fuerte que sus miedos y porque supieron frenar las pasiones mezquinas de su carácter.

La veleidad es un distintivo de las personas que cambian con facilidad de ideas, afectos y gustos. La insidia son palabras o acciones dirigidas a terceros que envuelven una mala intención y que muestran un carácter caprichoso e inseguro. Ambas describen inconstancia, ligereza, volubilidad, asechanza y una gran incertidumbre sobre lo que son y lo que pueden llegar a ser. Sus esquemas de relación con los demás son reducidos y desean fervientemente que nada nuble su persona ni obstruya su horizonte de acción.

Estas conductas no tienen justificación. Las excusas son falsas premisas que se imponen con el autoritarismo que presta el poder, para hacerlas formas de trato con los demás que mal sufren sus efectos. A través de estas conductas se liberan frustraciones, pasiones enconadas, venganzas personales, transferencias inconscientes no controladas, frivolidades y, sobre todo, irresponsabilidad.

Pudieran ser por abulia o indiferencia, pereza de pensar, flojera ante el esfuerzo de definirse a sí mismo con claridad y falta de control de los sentimientos negativos. Como un escudo para evadir la responsabilidad y las probables implicaciones posteriores, antes que afrontar con madurez las situaciones que se deben resolver.

Hay quienes, en su carácter mudable, pasan fácilmente de la risa al llanto o viceversa, de la veneración al desprecio, del amor al odio, del trato amable a la agresión, en una cadena de sentimientos encontrados o, más bien, de trastornos emocionales que los hacen indeseables.

El veleidoso puede desear algo —y desearlo intensamente—, pero al momento siguiente puede cambiar de opinión, incluso desear lo contrario con la misma intensidad justificando su actitud con la vieja expresión de que “es de sabios cambiar de opinión”. El insidioso es intrigante, superfluo, sin profundidad en sus conceptos, sin claridad en sus acciones. Le interesa únicamente aquello que le proporciona un placer fácil, sin complicaciones. Ambos no están aptos para emprender grandes proyectos ni para dirigir acertadamente algún grupo humano.

Todas las acciones humanas ejercen un fascinante influjo en la vida de sus cercanos. Para bien o para mal, las actuaciones se reflejan y tienen consecuencias que alisan el terreno de la convivencia o lo llenan de piedritas. Esto es parte de la cotidianeidad, y por su familiaridad, escapa al comentario sumario del día porque requiere individualizar y especificar tipos, patrones y circunstancias.

Pero la vida se desliza por la línea del tiempo de manera inexorable sin detenerse jamás, sin dar tregua, cobrando intereses ignorados y deudas que se piensa que nunca se habrán de pagar. Y se pagan cuando menos y con quien menos se lo espera. También se va sembrando el alimento para el alma a través de las acciones que se van acumulando, porque, al fin y al cabo, nuestra actitud hacia la vida determina cómo habremos de vivirla y disfrutarla.

La familia enriquece la existencia y da motivos de alegría y seguridad. El trabajo proporciona razones para luchar, expectativas para prestar servicios y hacer algo por los demás. Los amigos verdaderos son los brazos que nos levantan y sostienen para que no caigamos. Los problemas son oportunidades para crecer en inteligencia y fuerza espiritual. Dios es la esperanza que llena los espacios oscuros que no alcanzamos a comprender. Feliz Año 2013.

gilnieto2012@gmail.com