Los equilibrios necesarios

Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

2013-07-08

Triunfalista desde la noche del domingo, el PRI estatal, a través de su presidente Erick Lagos Hernández y otros prominentes miembros tricolores, celebra y festeja el triunfo electoral que obtuvo, en especial la de sus candidatos a diputados locales, virtuales nuevos diputados, que por su número y con la alianza de algunos chiquipartidos o partidos satélites asegura mayoría calificada, esto es, que tendrá un control absoluto del Congreso del estado. Que Dios nos agarre confesados a los veracruzanos.
Los priistas están en todo su derecho de celebrar y el motivo no es menos. Como bien lo dijo el gobernador Javier Duarte de Ochoa en un desayuno con 25 periodistas la mañana del pasado 28 de junio en la Casa Veracruz, casi una semana antes de las elecciones, con el control del Congreso se asegura la gobernabilidad del Estado. En teoría, así es. Lo preocupante es que la bancada del PRI en el Poder Legislativo desvirtúa ese postulado y en lugar de procurar y asegurar la gobernabilidad del Estado, asegura la viabilidad y la gobernabilidad de un régimen de partido, el suyo, el régimen priista, en detrimento de todo lo que no lo es o le resulta incómodo.
En un régimen verdaderamente democrático o democrático a secas el festejo debería ser general porque se aseguraría la estabilidad y buena marcha de los asuntos del Estado, que son también los de los ciudadanos, los de la población, los de los representados en la llamada máxima tribuna de representación popular. Pero el priismo actualmente en el Congreso local, que no tiene control absoluto pero si mayoría, es el más claro ejemplo de que nunca defiende los intereses populares, de que jamás alza su voz para señalar lo que no está bien u oponerse a ello y de que, por tanto, no ejerce el equilibrio necesario, indispensable en todo régimen democrático.
Por eso resulta preocupante que un solo partido tenga control absoluto del poder, porque ahora tiene la Presidencia de la República, el Gobierno del Estado o Poder Ejecutivo y va a tener toda la fuerza del Poder Legislativo de Veracruz, además de que, ya se sabe, el Poder Judicial es un apéndice, pero preocupa que carezca de los equilibrios necesarios para evitar el abuso a que tienta el poder desmedido.
Los poderes absolutos, los controles absolutos nunca han sido buenos. Ahora son propios de las dictaduras. La historia lo ha demostrado. “El Estado soy yo”, decía el rey de Francia Luis XIV, porque identificaba a su persona como rey absoluto con el Estado (“Absolutismo es la dominación de un régimen político, un periodo histórico, una ideología y una forma de gobierno o de Estado –el Estado absoluto–, propios del Antiguo Régimen; caracterizados por la pretensión teórica –con distintos grados de realización en la realidad– de que el poder político del gobernante no estuviera sujeto a ninguna limitación institucional, fuera de la ley divina. Es un poder único desde el punto de vista formal, indivisible, inalienable, intranscriptible y libre”, se lee en Wikipedia, y aunque el Antiguo Régimen se dio en el siglo XIX, en la práctica hoy pareciera que no andamos muy lejos).
Hacen falta los equilibrios necesarios. Por ahora, la única que lo ejerce hasta donde puede es la prensa independiente, que, lamentablemente, es la menos, con el inconveniente de que su función se limita a señalar, a denunciar, a criticar, pero no tiene fuerza legal. También, hasta donde puede, aunque es más cauta, a veces la Iglesia católica trata de suplir esa responsabilidad que le toca al Poder Legislativo, haciendo denuncia, señalamiento, emitiendo juicios, pero, igual, sin efectos legales.
De esta nueva camada que llegará al Congreso local, solo dos personas pueden resultar peras del olmo, sorpresas, porque su comportamiento se salga del control absoluto: el priista Ricardo Ahued Bardahuil y la verde ecologista Mónica Robles Barajas. Ellos podrían ser la voz disidente del grupo “Veracruz para Adelante”. Va a ser difícil que ellos aplaudan y aprueben todo si creen que no está bien. Algo será algo, aunque dos golondrinas no van a hacer verano.
A raíz de que perdió la Presidencia, se escuchó decir a muchos priistas que habían aprendido la lección, es decir, que vicios, prácticas políticas nocivas, divorcio con el pueblo, medidas antipopulares, abuso, prepotencia, arbitrariedad, impunidad, deshonestidad, corrupción, fraude, autoritarismo en el gobierno, y todo lo que ya se sabe, los había llevado a perder el poder. Que no les volvería a ocurrir.
No han pasado más que siete meses de que el PRI volvió a la Presidencia y recobró el poder y en la elección del domingo 7 salieron con su domingo 7: volvieron a lo que, decían, ya habían superado.
En Veracruz, en el Congreso local se presenta una nueva oportunidad para demostrar que tienen ganas de cambiar, que van a cambiar haciendo uso responsable del poder absoluto que les dará esa mayoría calificada que acaban de ganar. Pero hay que esperar, como Santo Tomás.
El pueblo, harto de los políticos
El abstencionismo que se produjo el domingo no tiene otra lectura más que el pueblo ya está harto de los políticos, ya no les cree y está desencantado porque les prometen y les prometen y no les cumplen y todo continúa igual.
Dada la participación de tanto candidato y la exposición en los medios, se pensaba que los ciudadanos veracruzanos se animarían e irían a votar por uno u otro. Que harían competitiva la contienda.
Con su abstención, el pueblo les dijo lo que piensa. No sería nada raro si una investigación concluyera que los alejaron también de las urnas las notas informativas que daban cuenta de la violencia electoral que campeó.
Muchos serán alcaldes y otros diputados, pero con poca legitimación popular.
¿En la UV, la suerte está echada?
Mucho ruido habrá de hacer este martes la inscripción de Víctor Arredondo Álvarez para contender por la rectoría de la Universidad Veracruzana. Todo indica que será una verdadera cargada, por decir que una bufalada, la que lo acompañe. La pregunta es: ¿el ex Rector y ex secretario de Educación estatal se inscribiría si no tuviera posibilidades de volver a ocupar el cargo?