MUERTO, BIEN MUERTO

Pasillos del Poder César Augusto Vázquez Chagoya www.enlaceveracruz212.com.mx vazquezchagoya@prodigy.net.mx 3 de NOVIEMBRE de 2013

César Augusto Vázquez Chagoya

Pasillos del Poder

2013-11-03

En estas fiestas de muertos dio mucho gusto que la cultura mexicana prevaleció. Muchos ya saben que las calaveras vienen del ilustre grabador José Guadalupe Posadas, quien riéndose de la clase rica, las vistió de calaveras y sin duda se reprodujo más el disfraz de La Catrina este año.

La Catrina es una dama elegante, vestida de negro con buena ropa, y en estos tiempos modernos el maquillaje es de primera. Muchas la caracterizaron en las escuelas, y otras se fueron a exhibirse a las calles y pedían una cooperación de 10 pesos porque en verdad La Catrina es costosa.

Los aparadores de las tiendas fueron adornados con motivos del Día de Muertos para aumentar sus ventas, pero los que se llevaron las palmas fueron los mercados populares, donde la gente no cabía por comprar frutas o palmas para las ofrendas que se hicieron en casa y son verdaderas piezas de arte.

Desde que llegaron los españoles a nuestra historia, sabían que éramos carnívoros y engordábamos a los seres humanos como cerdos para después comerlos. Dicen que la carne del ser humano guisada es un poco dulce y es sabrosa en tamales. ¿No habrá usted comido humano en estas fiestas en tamales?... “¡Lleve, comadre, para la casa, están sabrosos!”

Somos muy dados a festejar a la muerte, pero le tenemos miedo. Sólo el mundo indígena lo veían como algo natural: hasta dormían con ellos. Nos asombra que después de tantos años, a los arqueólogos les llame la atención que en Teotihuacán haya fosas debajo de la Pirámide del Sol, donde encontraron sacrificios humanos.

No es por nada el éxito de los programas radiofónicos como “La Mano Peluda” y algunos televisivos. Esto se debe al desconocimiento del mundo paranormal en los tiempos modernos, que sólo sabemos de calles y edificios nuevos, pero desconocemos las tradiciones y leyendas como “La Llorona Loca”, quienes muchos en su imaginación la escuchan.

El fenómeno paranormal existe. Es ilógico que el ser humano que tiene cuerpo, pero tiene más poderío en lo que llamamos “alma” y se concentra la energía, no se impregne en paredes porque somos seres que tenemos mucha energía aunque hayamos muerto; pero lo que son las cosas, sólo pocos seres humanos tienen la virtud de sentirlos o verlos.

Nos ha tocado ver cómo un pariente nos dice: “¿Ya viste a la abuelita sentada?” y uno no ve nada. Hay caminos que recorre uno a cada rato y una noche un colaborador nos dice que junto al taxista vieron cinco duendes pasando frente a ellos. Ya en la región de Coatepec hay un antecedente que en un rancho enjaularon un duende y le tomaron una fotografía. El duende desapareció un buen día y dudo de la fotografía.

Le decíamos que en la cultura moderna de internet, sólo se nos ocurre “espantar” de sorpresa, pero la realidad es más grande que los chistes mal hechos. ¿Usted ha ido a un panteón en la noche? No se lo recomiendo ni de juego.

No es que espanten. Teníamos un amigo periodista que está en el norte del país, que sólo lo espantábamos con decirle que lo íbamos a acostar en los descansos que existen en cada panteón.

Sólo en caso de emergencia, la policía se mete a buscar a los delincuentes y muchos de ellos traen la cultura del miedo a los muertos, pero le tienen más miedo que los jefes les digan “cobarde” y entran a fuerza.

Un panteón es peligroso no sólo porque es uno de los focos de contaminación que existen. Aunque usted no lo crea, cada día aumentan los robos de cadáveres. Es dormitorio de gente de la calle, refugio de maleantes, etc.

En cualquier ciudad del país, los panteones están cerrados desde la 6 de la tarde, y si usted le dice a un taxista que lo lleve al panteón, siempre le pregunta si vive por allí; pero si le contesta que vive dentro del panteón, el chofer se le queda viendo raro (con eso de que hay leyendas entre los taxistas que les piden corridas y cuando llegan a su destino ya no está el cliente).

En todo el estado se repite la historia, pero en Coatepec no. Es un panteón que nunca cierra, a pesar que es un lugar histórico (ahí fusilaron al antireeleccionista Arnulfo R. Gómez). Los taxistas no se espantan cuando les dicen “Me lleva al panteón”.

Por cosas del destino, el panteón está delante de unas casas, por eso nunca cierra. Está bien alumbrado y se le pregunta a la gente si la han espantado y le dicen que nunca. Es más, las tumbas son el parque de la gente. Ahí se sientan a platicar lo que saben del pueblo, que es muy pequeño y es el primer “Pueblo Mágico “ que tuvo Veracruz, aparte de Xico y Papantla.

A todos se nos ha muerto un familiar. No es por nada, cerciórese que el muerto esté bien muerto, porque los han enterrado vivos. Somos como las cucarachas: a veces nos hacemos los muertitos o el corazón baja su frecuencia a su máxima expresión y el médico generalmente toma el pulso, toca las venas cercanas al corazón y declara la muerte.

No pocos casos se están dado que se está velando a un finado y éste de repente se levanta preguntando ¿por qué lo están velando? Aquí, ni los de la vela perpetua salvan a los desmayados, asombrados y hay quienes gritan “¡Milagro! ¡Milagro!”

Déjese. Al dizque muerto ya lo habían vestido con su mejor ropa. La mujer le había puesto su reloj y una prenda de ella para que se la llevara de recuerdo. Los que más lo lamentan son los hombres, porque la viuda --fea o bonita-- ya no necesitaba del suplente. Ya a la viuda se le arrimaban y prometían que no le iba a faltar nada ¿Seremos mentirosos?

¿Cuándo sabrán los vivos que lo enterraron vivo? Solo si lo vuelven a desenterrar y ahí se da cuanta el horror que vivió mientras estaba el finado agonizando, mientras tenía vida en una caja, donde se le fue acabando el aire poco a poco.

Ahora está de moda que un sicario le llega a decir al jefe: “El muerto ya está bien muerto”, porque se cercioran de darle el tiro de gracia. Ojala usted no esté en ese caso.