Los padres ayer, los hijos hoy

Arturo Reyes Isidoro

Prosa Aprisa

2013-07-11

Era presidente Ernesto Zedillo, gobernador de Veracruz Patricio Chirinos y secretario de Gobierno Miguel Ángel Yunes Linares. Dante Delgado acababa de dejar el gobierno de Veracruz y había sido enviado por el Gobierno Federal a Chiapas para atender un programa social. Pero por diferencias de criterios tuvo un choque con el Presidente y éste decidió quitarlo, ofreciéndole en compensación –a ese sí, de verdad– la embajada de México en Brasil. Dante no la aceptó y se rebeló.
La historia, ya se sabe. Zedillo decidió actuar contra el ex gobernador y, presto, Yunes, en su carácter de operador de Chirinos, operó la detención y encarcelamiento de Dante y con él de quienes habían sido sus colaboradores Gerardo Poo Ulibarri y Porfirio Serrano Amador. A Poo lo detuvo el famoso “Diablo” Vázquez, hoy escolta personal del procurador Felipe Amadeo Flores Espinoza.
Por la fama de duro que se cargaba entonces Miguel Ángel, por los pocos medios informativos de entonces que dieran suficiente información, por la falta de una explicación política que dimensionará el por qué la detención, y porque usaron pretextos relacionados con obras públicas de la administración de Dante, la impresión que quedó desde entonces fue que Yunes decidió la detención del ex gobernador. Yunes quedó como el malo de la película, acaso por el exceso de celo con que cumplió la orden de Zedillo, fama que hasta la fecha lo persigue.
Gerardo Poo y Porfirio Serrano estuvieron un tiempo en la sombra, poco tiempo, y el primero de ellos se retiró desde entonces de la política. Porfirio sería de nuevo funcionario en el gobierno del licenciado Miguel Alemán.
El tiempo ha pasado y ayer, 17 años después (aquello ocurrió en 1996), los hijos de Poo y de Yunes, Ramón Poo Gil y Miguel Ángel Yunes Márquez, uno neo priista y el otro panista, se encontraron cara a cara al asistir a una entrevista de radio, ambos en su calidad ya de presidentes municipales electos, uno del puerto de Veracruz y el otro de Boca del Río, y en un acto alentador, ejemplar y de civilidad se saludaron, se felicitaron, hablaron de sus municipios y posaron juntos, sonrientes, para una foto que habrá de ser, ya es, histórica.
Si ambos tienen sus méritos y merecen la felicitación y el reconocimiento por su madurez, no cabe duda que Poo Gil se lleva la mayor parte, primero porque no está envenenado por el rencor enfermizo con que se odian otros protagonistas políticos, adultos y no tan adultos, que han hecho del estado un campo de confrontación personal y de la política un escenario de odio enfermizo, luego porque ha sabido superar aquél hecho doloroso que vivió su padre, y también porque, por lo que ya se vio, le importa muy poco que se enojen los conductores políticos del estado para quienes el mayor crimen que se puede cometer en Veracruz es saludar y mantener relaciones con los Yunes Linares Márquez.
Ramón Poo Gil, apenas unos meses atrás era sólo un comerciante-empresario heredero de papá, asiduo a reuniones sólo del jet-set del puerto, con “gente bonita”, pero que nunca antes había participado en política, ni siquiera en la mesa directiva de sus escuelas, hasta que el PRI, en un acto de desesperación y no teniendo a una persona competitiva para participar en el proceso electoral, lo inventó como candidato a la presidencia municipal de Veracruz. Ayer debió haber hecho pasar rabietas a más de uno.
En pocas semanas su transformación y su revelación son sorprendentes. Acaba de mostrar sensibilidad, más sensibilidad que los que se dicen políticos profesionales, ha tenido un encuentro personal sin odios ni rencores con el que podría estar dolido por la acción de su padre y ha desafiado a quienes tienen prohibido hablar con los “malos”.
Es de desearse que estos jóvenes pongan el ejemplo y que este encuentro de ayer les sirva para ser la punta de lanza de una nueva etapa política de Veracruz, una etapa que desean, anhelan todos los veracruzanos, cansados de que se siga dañando al estado por pleitos personales.
Y ya de paso, por cierto, Porfirio Serrano Amador estuvo la noche del sábado pasado con el ex gobernador Miguel Alemán Velasco en su residencia de Boca del Río. El ex Ejecutivo del estado llegó un día anterior para votar el domingo. Llegó, como siempre, con su esposa la siempre bien recordada señora Christiane Magnani de Alemán, y en la cena que tuvieron estuvo otro gran amigo y colaborador del licenciado Alemán, el doctor Mauro Loyo. Don Miguel desayunaría el domingo en familia y luego de sufragar retornaría al Distrito Federal. (Su línea aérea, Interjet, ya vuela, además de al aeropuerto Heriberto Jara Corona de Veracruz, al Canticas de Cosoleacaque-Minatitlán-Coatzacoalcos y al Tajín de Tihuatlán-Poza Rica).
¿Cambios en el Gobierno?
Independientemente del manejo mediático que se hace en el Distrito Federal, según los que saben, el gobernador trabaja con toda normalidad (la tarde del martes hubo una reunión general con todo su gabinete en la Casa Veracruz y, según, le tocó baño a varios de sus colaboradores), el Secretario de Gobierno está muy cerca del Ejecutivo por el manejo que hizo del proceso electoral hasta el domingo y quien, ahora sí, podría emigrar hacia el Distrito Federal para integrarse al Gobierno federal podría ser el Subsecretario Enrique Ampudia Mello.
De todos modos, como en política lo único seguro es que no hay nada seguro, los movimientos se podrían dar, aun de quienes hasta ahora han sido considerados inamovibles, o porque ya están muy desgastados, o porque ya cumplieron su ciclo, o porque para la etapa renovada que viene ya no tienen nada que aportar, o porque se requiere un nuevo perfil, o, de plano, porque a algunos ya se les perdió la confianza.
Se piensa que se esperará a que se resuelvan los conflictos poselectorales que quedan en algunos municipios, a que se acaben de entregar las constancias de mayoría a todos los ganadores y entonces a varios se les podrían dar vacaciones… sin retorno.