Mozart y Gandhi

La música es el corazón de la vida. Por ella habla el amor; sin ella no hay bien posible y con ella todo es hermoso. Franz Liszt  La violencia es el miedo a los ideales de los demás. Gandhi

2013-03-04

En la última semana de enero, llamaron mi atención en una ceremonia cívica dos fechas que me hicieron recordar algunas ideas de juventud: el nacimiento de Mozart y la muerte de Gandhi. A decir del filósofo alemán Schopenhauer «en la música todos los sentimientos vuelven a su estado puro y el mundo no es sino música hecha realidad»; o Cervantes en alguna de sus inolvidable obras expresó que «la música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu».

Un músico y compositor contemporáneo, John Lennon, manifestó que «vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor… pero la violencia es practicada a plena luz del día», no como una invitación a la promiscuidad o el exhibicionismo, sino como una evidencia intrínseca de las muchas contradicciones del ser humano. El célebre guitarrista Jimi Hendrix un día opinó que «cuando el poder del amor supere el amor al poder, el mundo conocerá la paz». La violencia es precisamente la manifestación humana contra la que se rebeló Mahatma Gandhi.

«Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible» es una de las tantas frases que Gandhi legó a la humanidad con su prédica de la no-violencia. «Un todo indivisible». De alguna manera ligué ambas referencias, quizá porque en los años sesenta y principios de los setenta la paz y el amor fueron los temas que llenaban el mundo de la música juvenil.

Salzburgo, Austria, es mundialmente conocida por haber sido la cuna de Wolfgang Amadeus Mozart, compositor y pianista austriaco, maestro del Clasicismo, uno de los mayores genios de la historia de la música quien nació en esa ciudad el 27 de enero de 1756. Con más de seiscientas creaciones, en su mayoría reconocidas como obras maestras de la música sinfónica, concertante, de cámara, para piano, operística y coral, lograron una popularidad y difusión universales.

Según Nicholas Till, profesor de Teatro y Ópera, Mozart desarrolló un esplendor y una madurez de estilo que abarcó desde la luz y la elegancia, a la oscuridad y la pasión —todo bien fundado por una visión de la humanidad «redimida por el arte, perdonada y reconciliada con la naturaleza y lo absoluto»— (Wikipedia). En otro momento de la historia, esa misma semana se cumplieron 408 años del estreno de la obra “Romeo y Julieta”, de William Shakespeare. La pasión exaltada, la duda y el cuestionamiento hacen pensar que la música es para el alma lo que la gimnasia es para el cuerpo y la lectura para la mente.

Gandhi, abogado, pensador y político hindú, fue siempre un ardiente defensor de la verdad. Se trataba de una verdad que cada uno debía buscar de acuerdo con su entendimiento y su inteligencia para luego aplicarla a todos los actos de la vida. Al respecto dijo: «estoy dispuesto a rechazar todo lo que se consiga con mengua de la verdad y, por otra parte, estoy convencido de que no hay más religión que la verdad».

También manifestó que si la gente aplica el viejo precepto judío de «ojo por ojo y diente por diente» todo el mundo terminará ciego y chimuelo, así que es mejor vivir como si fuéramos a morir mañana y aprender como si fuésemos a vivir para siempre. El centro de su mensaje fue la idea de la no-violencia entendida como la actitud de renunciar a matar y dañar a los seres humanos por medio del pensamiento, la palabra y la acción.

El lazo que creí encontrar en ese momento entre Mozart y Gandhi a través de los siglos que separaron el inicio de la vida de uno y la muerte del otro, fue la exaltación de los sentimientos que se reflejaron en la creativa obra de Mozart y en los actos de Gandhi para crear un compromiso que se reflejó en aquellas personas que le rodearon en un círculo bastante amplio. Dos ejemplos para vivir la vida con toda intensidad, dos modelos para concebir la existencia, dos paradigmas seductores para entender el compromiso consigo mismo, la vida, el mundo y los demás.

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