¿Quién conoce a un profesor?

2013-03-11

¿Alguien conoce a un profesor? Quizá sea el vecino, un amigo de la familia o aquella persona que atiende a nuestros hijos o nietos en la escuela. Tal vez recordemos a alguno o alguna que nos dieron clase... alguien que tal vez nos dio un consejo o nos dijo una frase de aliento en alguna ya olvidada ocasión. O ahora como padres, quien ha enseñado a nuestros hijos a leer.

Es un ciudadano que dedica sus horas de trabajo a la enseñanza. Su materia prima es el conocimiento, los niños y los jóvenes. Su labor permanente está al lado de ellos ayudándoles a crecer aprendiendo cuestiones elementales que más tarde habrán de servirles. De esto no hay duda. No se concibe una sociedad sin la presencia y el trabajo de un maestro, de un profesor.

Su trabajo coadyuva a la formación del ser humano, a despertar conciencias, a que el menor sea capaz cuando adulto de enfrentar los retos de transformar la realidad de su entorno, para poderla mejorar. En esta sociedad de cambios permanentes, la responsabilidad del profesor aumenta, porque la sociedad se manifiesta por medio de la ciencia, el arte y la cultura.

Hoy se debe educar en competencias. Y el profesor se esfuerza por llevar a la práctica el enfoque y la moda que se dicta desde “arriba”, tal vez sin suficentes elementos, quizá sin la debida capacitación, con poco salario para comprar libros, una computadora y otras herramientas que le abran el acceso a la sociedad del conocimiento. Pero tiene que cambiar bruscamente lo que apenas aprendió a hacer, desde la última orden que le dieron.

¿Usted qué haría después de que se esforzó por aprender una manera de realizar su trabajo y luego le dicen, sin más, que la cambie? Es cierto que el aprendizaje debe ser flexible, que hay que aprender a desaprender, aprender a aprender, con la obligación permanente de ser autodidacta... pero... ¿Le enseñaron alguna vez la parte activa de estos preceptos o sólo los escuchó en el discurso pedagógico?

Olga Sánchez Cordero de García Villegas, en una hermosa pieza de oratoria, manifestó que el maestro realiza la importante misión de estar al servicio de los demás, asistiendo al desarrollo intelectual y favoreciendo el respeto de cada quien hacia su propia persona, promoviendo la libertad y la responsabilidad desde las aulas, formando hombres y mujeres, no sólo con un cúmulo de conocimientos y datos, sino también con valores humanos que, lamentablemente, en muchas familias no se practican.

Ahora más que nunca existe la gran necesidad de maestros y guías que contribuyan a la formación integral de las personas, de profesores que formen estudiantes en el privilegiado viaje hacia el saber. La educación ha sido el medio, quizá más que cualquier otro, para estar en condiciones de comprender, analizar y enfrentar los problemas que nos aquejan, y para buscar, encontrar y poner en la práctica, las soluciones que pueden resolverlos. Por eso el profesor debe ser positivo y no quejarse, amargarse o ver la vida desde el cristal empañado del pesimismo.

Como dice la Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ser profesor es un privilegio derivado de un don: el de educar. Para educar hacen falta, entre muchas otras, principalmente, dos virtudes: la paciencia y la escucha. Quien se proponga dejar huella en el mundo a través de la docencia debe poseer estas cualidades, y buscar en sus alumnos el cultivo de otras dos virtudes: la tolerancia y la capacidad para debatir.

Necesitamos ejercer, como lo llama Amartya Sen, el uso público de la razón, llenar nuestros foros de propuestas, nuestras aulas de ejercicios críticos y propositivos, nuestras vidas de la riqueza del otro. Ello supone, en lo individual, de la tolerancia, y en lo social del debate, virtudes que la sociedad también debe poseer.

El profesor debe actualizar continuamente sus conocimientos, estar al día con los avances que existen en su área y en las tecnologías. Ser un facilitador en el aprendizaje de sus alumnos y en la búsqueda de sus respuestas. A pesar de todo esto, en la actualidad, el maestro no recibe por parte del Estado y de la sociedad el reconocimiento a su importante labor. Recibe críticas, le faltan apoyos para realizar mejor su trabajo.

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